… Y toda tu mierda. Se murió una gran amiga, enfermaron de gravedad otros.  Me quité mucho lastre. Sombras y ceniza que dificultaban mis pasos. Hubo también algún estrujón en ese órgano tan resistente, el corazón, pero nada que podamos considerar memorable. Hubo, sobre todo, voluntad de seguir cogiendo por los cuernos el toro que debe morir de viejo en la dehesa, rodeado por sus hijos, vacas y demás cuñados.

Hubo muchas más cosas buenas que malas. Otro gran, gran amigo, que está siempre ahí aunque nos separen kilómetros, se salvó del todo de una enfermedad gravísima. Es de la profesión, ayer hablé con él- vive en Madrid- y estuviemos descojonándonos acerca de la situación periodística y de cuanto sabemos que ocurre entre las bambalinas. Nos abrazamos por el aire y nos deseamos lo mejor.

Yo voy a pasar este tránsito en casa, con Tonino y mis rituales. No tomo uvas -sólo lo hice en Madrid durante unos pocos años, porque mis amigas lo hacían-, pero como lentejas, que según los italianos dan dinero. Berlusconi se las ha comido todas. Bueno, y todo. Dormiré con bragas rojas -según como se mire, un espectáculo dantesco- y seguiré todo el día dale que te pego a la novela, que espero me salga tan entretenida como lo está resultando para mí.

Pude haber hecho más cosas, pero de las que hice no me arrepiento.

Posdata. Si me permitís una nota frívola, acercaos a un quiosco y ojead el Hola con Clive Owens -ese chico está bueno pero es definitivamente memo-, Isabel Preysler y su hija Tamara, celebrando un fiestón en uno de los palacios escoceses de Carlos de Inglaterra, ¡to pagao por Porcelanosa!!!!!! Yo hacía tiempo que no me reía tanto, no sé si por los liftings digitales de los bellos invitados o por el aspecto de los dueños de la dicha marca. Hay uno que va vestido como de escocés de Tintín que no tiene desperdicio. Los grandes reportajes del Hola cada año parece más que estén hechos en el Museo de Madame Tussaud.

Desde Barcelona húmeda y por ahora aún silenciosa -a las siete me he levantado y estaba oscuro-, medio lluviosa, de cielo cubierto, os deseo un 2011 lleno de vida y pasión. Que «ir tirando» o «anar fent» no se convierta en una divisa.

A ver si mañana cumplo con mi rito de siempre, que ése sí que me importa: acercarme al mar, ver el mar, oler el mar el primer día del año.

Sed felices.