… hoy me dispongo a resucitar en el libro que estoy escribiendo a un personaje al que saqué en mi primera novela. Me produce ilusión reencontrarme con él. Necesitaba, para hacerlo, echarle una ojeada a Oh, es El!, y con tal propósito le he pedido a mi limpiadora filipina la escoba para empujar un ejemplar -está en la estantería más alta-, porque ya no me siento segura subiendo por una escalera de mano. Nos hemos reído contemplando la foto mía que sale en la contraportada. ¡Han transcurrido 24 años! Mientras me dirigía a mi mesa de trabajo con el libro en la mano he echado también un vistazo al pasado, a eso que tengo pegado a mi nuca. Bueno, queridos, ya a mitad de la década de los 80 me mosqueaban los movimientos de mercado, el aguachirle de nuestra izquierda mayoritaria, los discursos vacíos y la pervivencia de la derecha ultramontana.

Aquí estamos y no estamos muertos. Ea.