Ahora quiero hablar de nosotros. Hay quien nos cuenta la verdad. Hay quienes queremos recibirla. Pero, ¿estamos dispuestos a actuar? No me refiero a firmar manifiestos, a intentar paliar situaciones terribles que nos tocan de cerca. Me refiero a algo tan simple como esto.

Cuando veamos a un policía pedirle los papeles a alguien sólo porque su aspecto no es como el nuestro, acerquémosnos y hagámosle compañía. Llamemos por teléfono a donde proceda y denunciémoslo. Quedémosnos con la víctima el mayor tiempo posible. Que no le detengan sin que sepamos su nombre. Saquemos papel, anotemos. Ya sé que no resulta fácil. Pero ¿es mejor encogerse de hombros y seguir andando, tranquilizándonos con un «algo habrá hecho»?

Parece que hay bastantes agentes de policía hartos de que le obliguen a actuar como si no tuviera conciencia, y eso les honra. Hay otros que se aprovechan de la manga ancha que prima para el acoso.