En esta época tan políticamente correcta: Charles Chaplin no habría podido rodar La quimera del oro. O sí, pero no habría podido estrenarla. Se habrían querellado contra él los buscadores de oro y los fabricantes de cordones de zapatos.

Los Monte Python habrían tenido que cambiar la escena de la lapidación de La vida de Brian por un partido de squash, y el sermón de la montaña por un aperitivo light, así como la escena final de la crucifixión por una partida de mus.

Cuanta más gente conozco mejor me caen los Corleone, insisto.