A falta de fotos, os dire que en el hotel funciona un matriarcado diurno y un patriarcado nocturno. Por la manyana llega Madame Renee, fresca como una rosa de Alejandria -mas o menos-, encantadora y muy dispuesta, secundada por el ama de llaves que es como si Raquel Meller hubiera salido del escenario y, sin desmaqauillarse, se hubiera puesto un tocado aturbantado pero a la francesa. Lleva los ojos ribeteados con lapiz marron, las cejas dibujadas con lapiz marron… pero el trabajo hecho a oscuras o de oido. Deliciosas las dos. Se han llevado mi ropa, me han planchado un vestido ancho para que pudiera pasear sin asarme mas de lo debido, y han hecho que un mozo me trajera cafe.

Antes de anochecer, las senyoras se retiran a sus hogares y queda el susodicho Muhammed, que es un chaval joven cuyo nivel de simpatia supera el de mis propinas, y que manda sobre una serie de egipcios de extraccion mas humilde /sin estudios/, muy buena gente y muy serviciales.

Bueno, os dejo. Lo de las fotos se arreglara. Ah, no tengo la habitacion aquella, pero un dia de estos corrigen el malentendido. La de ahora es tambien estupenda pero en vez de balcon tiene ventana. Agur o ma’salama