¿Os acordáis de que tengo pelín sentido del humor? Supongo que debí incluir una nota aclarando que no lo juraría sobre el Corán, ni siquiera sobre Corín Tellado.
Era: «¿Vendedor de pegamento para barbas?»
8 Comments
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¿Os acordáis de que tengo pelín sentido del humor? Supongo que debí incluir una nota aclarando que no lo juraría sobre el Corán, ni siquiera sobre Corín Tellado.
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¡Jo, Maruja! … Por un momento me he imaginado la escena de la lapidación de «La Vida de Brian» pero en el centro de El Cairo.
Hola! Me gusta tu catálogo fotográfico, por auténtico. Nada que ver con las fotos idílicas de las guías. Un vendedor ambulante de pegamento ya es, como mínimo, curioso. Luego lo que cada uno tenga a bien hacer con el pegamento ya es cosa suya, aunque tengo que reconocer que me lo había tragado. Al de la imagen se le ve «tupido», pero algún musulmán de poco o medio pelo debe haber, que necesite una barba de pega?
Mi ingenuidad es de libro… me lo haré revisar.
Saludos a todos.
JA, JA, QUE BUENO!!!
Esas fotos son lo mas…
Pues yo le he reenviado la foto del pegamento a una amiga por lo curioso que me había parecido ese nivel de «especialización» comercial. Seguro que se lo tragará como yo. Mejor no meneallo.
Hija…esa ironía no la había pillado y es que en El Cairo y sus medinas cabe todo…todo, todo…jajaja.
Me ha llegado lo de jurar sobre Corin Tellado…jajajaja
AnaaGB, mejor, sí, mejor no meneallo…jajajaja
Besitos:
Isabel
Desde que nos hemos ido contigo al Cairo no dejo de pensar: qué suerte la tecnología!
Nunca estuve ahí, he escuchado con frecuencia el relato del viaje estandar, más bien una excursión que un viaje, con interés porque parece un imprescindible. Pero estos días tengo la sensación de estar ahí, de vivirlo, incluso antes de las fotos. De hecho más por los textos que por las imágenes: qué suerte que sabemos leer y escribir!
besos, Maruja, eres una joya, qué suerte tenemos contigo!
Corín Tellado… ¡Qué recuerdos! Mi Vecina en el barrio, San Julián de Roces, a las afueras de Gijón. Hoy ya no existe su casa. La derrumbaron, con otras, para hacer una carretera.
Su casa estaba a tan sólo cinco minutos de la mía. Recuerdo como conseguimos los chavales del barrio que nos hiciese una conferencia en el instituto. Ella no creía que unos chicos de 16 años fuesen a escucharla, pero se equivocó. Llenamos la sala de conferencias.
Una señora especialmente entrañable. La recuerdo perfectamente…
Desde aquí, con el permiso de todos, le mando un fuerte abrazo, allí dónde esté. Seguro, soñando y escribiendo románticas historias, entre nubes de pasión…