Os escribo en mi hotel completamente normal y encantador de la calle Larios, en el agradable centro peatonal. Anoche, espetos de sardinas en la playa y muchos más manjares. Esta tarde intervengo y después nos largamos todos a ver el partido. Menos mal que mi médico me dice que tengo el corazón bien.

A propósito del chiste de Forges y de su omnipresente recuerdo de Haití, una persona recién llegada de la isla me contó anteanoche que el gobierno haitiano no reparte nada y que la gente tiene que pagarse la reconstrucción de sus casas. ¿Es para matarlos o no?

Cuidad del chiringuito en mi ausencia, como soléis hacer. Abrazos.