E imprevisible. Lo cual me hace pensar que la apoteosis final de fotos de mi viaje os la tendré que agregar ya desde Barcelona, y eso incluye la exposición que visité. Paciencia. Entre tanto, continuaremos con el blog como podamos. Éste es mi segundo intento para mandaros estas líneas.
Internet sigue chungo
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Yo también se lo dificil que es subir fotos y dibujos a Internet. Nuestra conexión en casa es muy pobre y a veces una pierde la paciencia…
Y ya no te digo si ademas una tiene tendinitis..
Aunque no me he presentado, Maruja, pecando así de mal educada, te he seguido siempre que he podido. Me ilusionó ver en EL PAÍS que eras accesible en la web. Te quiero por ti y por tus ausentes amigos a los que también quise -sigo queriendo. Te leo y me reconfortas. Vives y me reconozco. Escribes y me identifico con alguno de tus personajes todavía incompletos. No hemos tenido la misma trayectoria. No somos iguales. Faltaría más! Pero sólo por estar ahí eres una bendición.
Incrédula es el nombre que me vino, así rapidito, quizás porque tengo tendencia a confiar en todo quisqui si su fisonomía me lo permite. Las bofetadas vienen luego. Pero siempre se aprende algo. Incrédula también porque siempre lo pongo todo en duda, hasta que alguna razón de muchísimo peso me convence para creer de verdad en algo. Confío también en las buenas intenciones hasta que se demuestre lo contrario. Intento que el odio no esté presente en mi vida y, de momento, lo consigo. Para erradicar muchas de las cosas que considero negativas de mi vida he tenido que «matar» no sólo a la madre, sino también a gran parte de la familia y a muchos «amigos» que en las horas crudas demostraron no serlo en absoluto.
Mi vida no ha sido un jardín de rosas en absoluto, sin embargo hoy puedo por fin decir que me gusta vivirla. Y que me gustaría que el futuro no pintara tan feo como parece que pinta.
Por eso a veces escribo algún cuento como este, cuando empezó la vergüenza de Sarkozy y de Sanchez Camacho, espero que os divierta:
EL CUENTO DE ALICIA Y NICOLÁS O TOMA TAZA Y MEDIA.
María Thérèse ha invitado a Alicia a París para observar in situ las convergencias y divergencias entre los gitanos locales y los que ambas han visto en Badalona la semana anterior. Alicia deja su documentación y su maleta en casa de su anfitriona. Forma parte del plan que llevan en secreto. Nadie sabe que Alicia está en Francia, ni siquiera su familia. No debe filtrarse a la prensa. Han ido al Eliseo para explicárselo a Nicolás. Seguro que le va a entusiasmar. Pero todavía no ha llegado. No tardará.
No disponen de mucho tiempo para lo que tan ingeniosamente han preparado y deciden aprovechar la espera para adelantar el atrezzo: Alicia se disfrazará de gitana -y dará el pego, con esa melena oscura, esos andares, la tez morena…- Falda larga, con volantes y estampados de vivos colores; camiseta bien ceñida, escote generoso que resalte bien las tetas; brazaletes y pulseras de alegre tintineo, grandes arracadas de oro y piedras verdes que cuelgan hasta el final de su cuello en constante movimiento, refulgiendo, y collares y cadenas, y una cruz colgando de una de ellas. Ya solo queda el maquillaje y peinarla de otra manera. Carmín rojo pasión, rayas negras en el contorno de los ojos y rímel del mismo color, sobre piel aceituna y algo de colorete en las mejillas -en los pómulos no, que no le favorece-. Divide su pelo en dos mitades perfectas y las recoge muellemente en una trenza maestra.
María Thérèse llevará una cámara oculta e interpretará el papel de una amiga paya de la gitana Alicia, quien con su magnífica labia y dotes de convicción no suscitará la menor duda en los barrios gitanos que piensan visitar. Pretenden, abusando de la buena fe de la gente, entrar en sus viviendas a la búsqueda de delitos y delincuentes; razones para fomentar e incrementar el racismo y convertir en votos esa apuesta; excusas que justifiquen la condición miserable de ambas y de sendos partidos políticos xenófobos, de tan conservadores, avaros, en lo que a justicia social se refiere, a los que representan.
Están, pues, las dos solas y se admira Alicia en el espejo. No lo cruza, no. Como todo en el palacio, es la luna muy sólida y de tres cuerpos, con pies de bronce y grosor de cuanto menos cinco dedos. Metida en unos zapatos hechos para el baile flamenco, se yergue orgullosa sobre una alfombra, algo arrugada, cual si fuera Carmen Amaya. María Thérèse le alcanza un clavel que ha tomado de un jarrón para que se lo ponga en el pelo y aplaude regocijada. La otra, exultante, levanta con donaire el brazo derecho por encima de la cabeza y por delante de la cintura coloca el izquierdo en dirección opuesta; simultáneamente, junta ambos pulgares con sus anulares correspondientes y los hace repiquetear con sonoridad, al tiempo que, airosa, da una vuelta sobre sí misma, intentando no perderse la escena del espejo.¡Ay!que acaba malamente por la dichosa arruga de la alfombra. Da de cabeza en toda la luna.¡Boum! Tiembla toda la habitación, desde el espejo hasta el suelo; desde el suelo a las paredes, las ventanas, las puertas y cristaleras; de las paredes al techo. Tiembla la lámpara, tiembla el espejo, tiembla incluso María Thérèse. Quien no tiembla es Alicia que yace desplomada en el suelo.
María Thérèse siente que a ella le va a dar también un vahído. No se siente bien. Se inclina e intenta reanimar a Alicia con inútiles súplicas. Finalmente le arrea un bofetón -lo ha visto en las películas- y parece que recupera la conciencia, pero dice cosas sin sentido. Alarmada, la deposita como puede en el diván y sale corriendo en busca de alguien de confianza. La politesse, una vez cerrada la puerta, la obliga a caminar desenvuelta y discreta -que nadie entre en la sala azul-, ordena a un miembro del servicio que encuentra en el camino, y sigue hacia el despacho del secretario personal de Nicolás, en quien confía para pedir un médico pero no para explicarle la treta. Cuando está a punto de entrar en el despacho, sale Nicolás.
-Llama al médico- le ordena precipitadamente al secretario, mientras la cara de Nicolás se convierte en un mudo interrogante.
-En la sala azul…- alcanza a pronunciar, entrando en el despacho, segura de que Nicolás permanecerá con ella, mientras explique al doctor las circunstancias.
Pero a Nicolás le puede la curiosidad y en cuatro zancadas está en el cuarto azul. Por supuesto, a nadie del servicio se le ocurre ni pensar que el jefe del Elíseo tenga vetada la entrada a ningún espacio de la casa, por más que María Thérèse así lo haya ordenado.
En cuanto ve a Alicia, Eros dispara el dardo envenenado del amor y le atraviesa el corazón de lleno. De ella, como sigue en Babia, tendrá que ocuparse luego.
-Cuánta belleza, cuánto carácter en esos rasgos, cuánta pasión encierra este cuerpo tumbado en el diván de mis deseos. Y es gitana. No hay duda. ¡Ay de mí! Que me castiga el destino con este hallazgo fortuito. ¿Quién será? ¿Qué hace aquí? ¿Por qué me la trae el azar en este preciso momento? Tengo que esconderla. Me compromete hasta el tuétano. Y sin embargo, la quiero.
Alicia, que aun está bastante ida, se deja llevar por Nicolás a través de otra puerta, hacia otras estancias, más privadas, donde la deja después de suplicarle que no se mueva, que volverá enseguida, que le espere. Deshace el trayecto recorrido y al salir de la sala azul ve llegar a María Thérèse.
-¿Qué pasa aquí? -con cara de contrariedad- Ropas por el suelo, la alfombra desplazada…¿Dónde está el misterio, María Thérèse? ¿Para quién llamas al médico?
-¿No has visto a la mujer en el diván? -tan bajito como puede pero altamente sorprendida, tanto que asoma un rubor en sus mejillas- No has mirado bien. Vamos, anda. Ven conmigo.
Una vez dentro, comprueba que, efectivamente, ya no está y que la puerta cristalera que da al jardín está abierta. No recuerda si ya lo estaba antes o no. Lo primero que piensa es que, aturdida como estaba, ha salido a tomar el aire. Nicolás pone cara de poker y permanece dentro, dispuesto a salir pitando al encuentro de su amada en cuanto lo deje solo. Ella, sin abrir boca, cada vez más sofocada, sale en busca de Alicia. La nombra, corre, remueve matorrales. Avanza en su búsqueda y su tensión también aumenta. Se siente mareada. El fin de semana en Barcelona se saltó la dieta a lo grande: no tenía que haber comido aquella butifarra negra tan rica, ni los canelones con bechamel, ni el cocido madrileño que se empeñó Pepe que tomara, ni los caracoles con all-i-oli, ni…Si me pasé hasta con el vino y el café. Y la broma del brazo de gitano tuvo gracia, pero repetir fue muy insensato por mi parte. Todo esto va pensando hasta que no distingue bien la rosaleda, tropieza, cae, quiere gritar, grita y su voz se corta en seco. Viene alguien. ¿Alicia? Deja de oir, deja de ver, ya no comprende.
No morirá. Pasará el tiempo necesario en la UVI, inconsciente a causa del derrame cerebral. Otro espacio impreciso de tiempo después habrá recuperado todas sus habilidades. Podrá, si quiere, explicar lo que pasó ese día en el Elíseo. El especialista que le devolvió la vida -caprichos de cuentista- es hijo de gitanos rumanos que llegaron a Francia en la misma época en que lo hizo el padre de Nicolás, procedente de Hungría.
Durante este tiempo, Nicolás ha descubierto que Alicia -él no sabe su nombre- sufre de amnesia. La supone gitana. Y de ello está ella convencida. Se las ingenió para sacarla del palacio y la llevó a un apartamento discreto. Allí la enamora. Se enamoran.
Ella le pone música flamenca. Le canta, le baila. Arrebatado él, le afloran los genes de Hungría y, probablemente, tañe algún instrumento a la luz de una candela: acordeón, violín o violoncello. Deja a Carla, por supuesto.
Lee la gitana un periódico atrasado y le reprocha que haya tratado tan mal a su pueblo. Arrepentido él, abandona la política. Total, los sondeos no predecían nada bueno. Y, para hacerse perdonar, hace donación de gran parte de su fortuna a la etnia gitana que antes denigró con su política de perros.
-Si me quieres, vámonos pa Rumanía, mi tierra -le suelta un día ella.
-Lo que tú quieras, morena.
Algunos que los han reconocido, los han visto tan felices, tan contentos, guitarra en mano, castañuelas en ristre, rodeados de alegres gitanos con sus churumbeles, bailando y cantando a Camarón a veces, que no se han atrevido a decirle a ella quién era. Nunca, cuando fue Alicia, se la había visto sonreir de esta manera. FIN.
Bueno, es una forma de alargar un viaje en el tiempo esta fase post retorno de mostrar fotos y comentarlas, ya desde casa.
Para mí un viaje tiene tres etapas, todas imprescindibles, la de la preparación , el viaje en sí, y la del análisis y recuerdo posterior. Pueden ser muy interesantes todas ellas.
El otro día vi «Stone», de De Niro y Norton, no es la primera vez que trabajan juntos, pero ésta merece la pena. Un amargado (De Niro) con trabajo, mujer, y casa… y un pirómano de «trena» (Norton) con una mujer de otra galaxia… este último empeñado en vivir las veces que haga falta.
No sobreactúan, y la peli no pretende… merece la pena verla. La vida del «viejo» da mas angustia que la del propio Buried.
Incrédula, muy divertido…
Condena de muerte para Tarek Aziz, conocido en todo el mundo en los 90, recibido en todas partes…
Maruja, tú que conoces la zona ¿…? ¿Resulta que el nacionalismo árabe, los partidos laicos, los países donde convivían gran número de minorías durante siglos- incluyendo comunidades judías- eso era lo malo? ¿lo que no nos gusta?
Nos gustan más los sectarios y los fundamentalistas…
La ignorancia es tan atrevida… en los días previos a la invasión, en 2003, una profesora de Bagdag clamaba en tv sin explicarse cómo «un pueblo sin historia» por los usa, osaba -sin entender nada como queda demostrado- dominar la tierra de Mesopotamia. Enseguida pudimos ver cómo valoraban los tesoros arqueológicos, las bibliotecas, las tablillas sumerias con la primera escritura de la humanidad…
Estoy indignada con A. Perez Reverte, en principio se ha terminado comprar un libro de semejante mequetrefe. El Sr.Moratinos ni ninguna otra persona se merece ese comentario. No se que te parece a ti pero es lo ultimo que hago antes de dormir leer tu blog. Que cabreo. Petonets
A mí me parece que un Académico de la Lengua no debería permitirse utilizar tan mal la misma y menos con el objeto de insultar. Es soez y prepotente, no puede meterse en público con todo quisque, como si estuviera por encima del bien y del mal. Antiguamente, yo admiraba mucho su agudeza, su rigor, su ironía, pero ahora me provoca un rechazo total.
Yo tampoco compraré ni leeré sus libros.
Pérez reverte es un perfecto gilipollas, lo ha demostrado ampliamente, a que no ha comentado nada del alcalducho pucelano?
publicidad,
novelas de a 7,30
vocero del reino
y eso de: «…todo empezó en el Mediterraneo»
… para mi que Revérte no distingue el Mediterraneo del retrete de su casa.
Yo creo que la naturalidad está sobrevalorada. Pérez Reverte (cuya obra literaria me importa un cuerno) escribe en El Semanal, a mucha gente le encanta pero yo no le aguanto. Ese tono tan «espontáneo», como de andar por casa o de meterte en la casa de todo dios, esas gracias que hace…Me parece bien que critique, todos lo hacemos, pero colega, relájate. Y a ver si dices algo, por cierto, del cerdo de Sánchez Dragó. Si te ríes de las lágrimas de Moratinos y no criticas a ese peazo de cabrón, entonces es que no entiendo nada. Y de entender, by the way, entiendo. Besitos a tots.
electra, yo no lo he oído comentar nada del alcalde pero es que, o ya lo era y no me había dado cuenta o es un machista recalcitrante. Recuerda el cachondeito que se llevaba con sus artículos con lo de erizas y erizos, etc.
Por cierto, sumeria, un buen nombre para un nick ¿no?
sabemos, que tu no eres precisamente de las que se rinden .
ánimoooo !!!! continúa intentándolo.
En estos madriles de mi corazón y en casa de Telesperanza va y sale Sánchez Dragó diciendo burradas como » que se trajinó a dos lolitas japonesas y muy putas a sus13 años» y, en esa emisora, que es tan de santa misa y proclive a los festivales totus tuus, no pasa nada. Luego el mismo SD -que en su novela premio Planeta La Prueba del Laberinto pinta a un loable investigador religioso-esotérico que, buscando a Cristo, acaba como sagrada prostituta- va y dice que, bueno, que en su relato literaturizaba en realidad una inocente escena y practicaba eso de me como una y cuento veinte. Y en Telemadrid, no pasa nada, oiga.
Buenos días a tod@s, por la tarde.
Maruja, debes tener problemas todavía con internet que no te veo en el 27 y escribo en el 26 porque ya tengo algo de mono.
Gracias AnnaGB por leerme.
Por cierto, todo lo que escriba aquí es para mí una terapia, pero no está publicado en ninguna parte, que yo sepa. Lo mismo que se lo doy a mis amigos, os lo doy a vosotros para que hagaís lo que queraís con ello, siempre y cuando no tergiverseís mis opiniones. No pretendo que sea bueno, sólo que exprese mis sentimientos con respecto a lo que leo, oigo o veo que pasa. Ojalá alguno de vosotr@s sea capaz de expresarlo con mayor concreción y rigor literario y publicarlo en algún medio para que no quede en saco rato.
Tal vez Maruja, quien gusta de escuchar lo que se dice por la calle, o en los bares, como a mí misma -además me suelo meter en conversaciones ajenas no íntimas de la forma más educada posible, casi siempre con buenos resultados-, me lea como si fuera una de esas voces y luego lo cuente…
Al Pérez Reverte quien fue uno de mis más admirados autores de novelas, ya hace unos días que le di el pasaporte, estando yo en Donosti. Leí un artículo suyo en el suplemento dominical de el diario vasco en el cual se mostraba cabreado por ¡los lavabos de los restaurantes caros! Majadero, pensé. Con la que está cayendo y este tipo me sale con estas. Ahora no ha hecho más que corroborar lo que ya se insinuaba en esa bazofia de artículo: es un machito superficial e insensible. Por no añadir más prendas. Como Carvalho, querría quemar sus libros -que no son pocos- en la chimenea. Pero los libros arden mal. Se necesita un auténtico ensañamiento para hacer que ardan. También quemaría los de Vargas Llosa -tengo dos y en ese número se van a quedar.
Y es que a mí por lo menos me resulta imposible separar el autor de su obra. En estos casos no sé si sería mejor vivir en la ignorancia de la personalidad de estos autores. Quiá, siempre es mejor saber. Decididamente. Aunque he de reconocer que me sentía mucho mejor cuando pasaba de la prensa y sólo leía libros. Ahora, aparte de ir siempre un día o dos por detrás de la actualidad, estoy siempre espoleada por las barbaridades que leo en los periódicos. Así entre ayer noche y esta mañana he escrito lo que sigue:
–Sobre el artículo «Las caras del Tea Party» de Mario Vargas Llosa, publicado en EL PAÍS, La Cuarta Página, domingo 24 de octubre de 2010–
Al Sr. Vargas Llosa no le duelen prendas al manifestarse abiertamente liberal en este artículo. En lo que de peor tiene este término que tan en boga está hoy entre los políticos conservadores y entre la clase civil dominante, quienes carentes de ideología, han tenido que importar un término económico que justifica cualquier medida que permita ganar más dinero con los mínimos costes sociales. Tienen en común una ausencia de empatía hacia los desfavorecidos de la sociedad, y mayormente se apoyan en doctrinas religiosas para dotar de cierta moralidad a sus principios. O sea, manga ancha; pecar y hacerse perdonar.
Les gusta pues el paternalismo que les permite ser generosos con quien les venga en gana. La caridad es una forma de acallar sus conciencias, tras exprimir los bolsillos de sus empleados. No quieren que el Estado intervenga, a través de impuestos que mermarían sus enormes riquezas, en sus asuntos y sea el garante de los derechos de los ciudadanos, especialmente de aquellos que caen en situaciones de precariedad gracias a las prácticas liberales de estos señores. No mencionan a los marginados, parados o trabajadores si no es para despojarlos cada vez más de sus pocos derechos. Ya luego, dicen y dice también el Sr. Vargas Llosa, acudirá la iniciativa privada en su ayuda -a este sí, a este no, y qué bueno soy que salgo en la prensa regalando parte de mi pasta para financiar tal o cual proyecto solidario-, puesto que el Estado le concede primorosos descuentos fiscales. Aquí sí que no se quejan del intervencionismo del Estado.
Son los mismos que crean, mantienen y recrean las crisis. Crisis que a ellos no afectan; al contrario, cada vez son más ricos. Pero les sirven de justificación para acusar al Estado de intervencionista por rescatar a los bancos, cuando ellos mismos han creado esa situación -en el programa de «Redes nº 68, Los entresijos de la crisis mundial», se explica meridiana y claramente-, para abaratar el mercado laboral, para ignorar el paro que su actitud irresponsable ha creado por el cierre de empresas por falta de crédito bancario, para el «que se jodan los pobres». A mí me recuerda a los golpes de estado del siglo pasado pero a gran escala y de forma sofisticadísima; incruentos ahora en cuanto a sangre, pero nos roban el espíritu, la conciencia social, la identidad, los derechos y la pasta.
Salvando las distancias, el trato que las políticas conservadoras liberales dan y pretenden dar a los desfavorecidos sociales -a los excluidos o próximos a la exclusión social-, a los trabajadores, emigrantes, parados, no me parece tan distinto del que se daba a los esclavos vil y atrozmente explotados en El Congo que en El sueño del celta Mario Vargas Llosa va a exponer a la vista pública en una super-edición millonaria. Son otros chicotes, otros grilletes, otros amos, otros tiempos. Todo es más sutil, más mediático, mejor orquestado, más global, más rentable. Pero los paralelismos son evidentes. A toro pasado es muy fácil denunciar. E incluso hacerse millonario -más- a costa de ello. Mientras se hace uno millonario a costa de la esclavitud de hoy, defendiendo el liberalismo a ultranza.
Pero seguro que dentro de un siglo o dos habrá quien escriba sobre el vampirismo de los liberales, sobre su voracidad económica, sobre sus tejemanejes, sobre su inmoralidad y su ninguneo a los más débiles. Una novela con fotografías que describan las desigualdades. Quizás incluso una comparativa de los distintos niveles de esclavitud en siglos distintos y sus sutilezas.
En cuanto al artículo en si, la primera mitad pase por lo que tiene de informativo, pero en la segunda mitad quiere Vd., señor Vargas Llosa hacernos creer que el Tea Party tiene una cara buena cuando reclama libertad (¿?) de la sociedad civil frente al Estado para crear, por ejemplo, una atención sanitaria para la ciudadanía americana. Han tenido la oportunidad hasta ahora y no lo han hecho. ¿Qué le hace pensar que ahora sí lo haría? Con la cultura sí, que da mucho glamour. Pero ¿dar pasta para sanar a los pobres? ¡Vamos, hombre!
La salud es un derecho que sólo el Estado, a través de impuestos, puede y debe garantizar, especialmente a aquellos que no pueden pagarla. No puede estar a merced de la caridad. Con la cultura que hagan lo que quieran, según sus costumbres. Pero no me la meta en el mismo saco que la sanidad, por favor. Se trata, al fin y al cabo de la salud y la vida de seres humanos.
La desfachatez propia de quien no ha tenido que luchar porque lo ha heredado todo, o porque ha nacido dotado de habilidades que le han permitido medrar, está instalada en la opinión de que EEUU es tierra de oportunidades y que todo el mundo puede triunfar allí. Allí hay gente que no triunfa. Hay pobres. Muchos. Hay parados. Muchos. Todos ellos cuando están enfermos o sufren un accidente no están protegidos por un sistema de seguridad social como aquí. Le recomiendo que vea «Psico» de Michael Moore, señor Vargas Llosa. Deje de mirar a otro lado. Adquiera algo de empatía.
Lo que más me fastidia de los argumentos que esgrimen los liberales, los del Tea Party, y Vd. con ellos, señor Vargas Llosa, es que siempre se trata del vil metal: los impuestos. Una sociedad rica como la de los Estados Unidos, la más rica del mundo, no puede hacer ostentación de tal grado de codicia y/o avaricia, de egoísmo, de ausencia de solidaridad con los que no pueden pagar los costes de la sanidad -al menos eso- sin que les caiga la cara de vergüenza. Y pongo en duda si no les estarán haciendo el juego a las grandes empresas de seguros.
Y Vd. que vivió unos años en Barcelona, me pregunto si alguna vez no cayó enfermo o no tuvo un accidente, por pequeño que fuera, y no tuvo que acudir a alguno de nuestros centros de asistencia médica de la seguridad social. En caso afirmativo, ¡Qué alivio que no le presentaran una factura! Porque la salud, señor mío, no es un negocio. Es una desgracia que falte. Por eso pagamos todos tan a gusto. Por si acaso nos toca esa mala lotería, haya fondos para cubrir los gastos.
Cuando le dieron el Nobel me deje llevar por la emoción general de tantos que le felicitaban y disfrazaban su ideario conservador de madurez intelectual y me dejé llevar: compré unos libros suyos. Después de leer el artículo de referencia y comprobar qué tipo de persona sigue siendo, he devuelto sus libros. No me interesa lo que me pueda contar un escritor que no siente compasión por los pobres y que todavía está en aquello de la caridad, propia de los que miran por encima del hombro a los que no pertenecen a su clase y de los que van al cielo cuando mueren previamente ungidos por los santos óleos. Incrédula.
Aqui tambien esta chungo internet Maruja, pero parece que a algunas les va de maravilla…. jajajajajajajajaja (el tamaño si importa)
La verdad es que, enlazando con lo que decís, cuando los lees o los oyes parecen casi anarquistas por ese odio al Estado, a la autoridad, al tipo de organización de la sociedad. Pues que se compren una isla, que pueden, y se autogestionen.
Hola a todos, tenemos a Maruja desconectá, parece, espero que todo se arregle.
Incrédula, sólo una precisión o confirmación, no tengas duda alguna sobre si no estarán favoreciendo, los liberales y su discurso, a las grandes compañías de seguros, las farmacéuticas, las sociedades médicas entendidas como grandes negocios, no lo dudes ni un momento, es exactamente así. No pueden consentir que haya importantes sumas de dinero en sectores públicos dónde no pueden sacar tajada, no pueden estar lucrándose con ello. De eso exactamente se trata desde hace mucho que empezó la campaña constante contra todo lo público, de lograr sacar de ahí más y más recursos para enriquecimiento de algunos. No hay más.
Por qué consiguen avanzar con ese discurso incluso entre quienes, toda la gente normal, no deberían tragar puesto que no tienen ningún interés sino al contrario, cómo logran convencer a muchos tiene su misterio. Además de que la propaganda lo puede casi todo, también demuestra que tenían razón los antiguos ( mis antiguos, al menos) que decían: no hay nada más tonto que un obrero de derechas. Pues eso, no hay nada más tonto que la gente normal que se apunta a ese discurso liberal.
Da un poco de pudor tener que explicitar cosas como éstas, parecería que es sabido de sobra, pero no, hay que reactivar y desplegar esos razonamientos que abundan en lo elemental, más bien en lo fundamental que a veces creemos, erróneamente, que es obvio y compartido.
Anna, sobre los innombrables de estos días yo del PR no sé gran cosa, ni idea acerca de sus erizaciones, mis someros conocimientos vienen de cuando mi hija era adolescente y le hacían gracia ciertos artículos que entiendo sigue publicando, y que sólo ella leía en casa, como no era muy lectora y aquello le llamaba la atención, no lo criticábamos. Incluso soportábamos que nos los leyera en voz alta ¡le hacían una gracia… y se hacen tantas cosas por los hijos!
¿Libros suyos?, no gracias. De sus aclamadas andanzas reporteriles sabrá más Maruja, pero es discreta ella.
Del otro impresentable al que he aguantado cuando en la 2 entrevistaba a escritores, sólo salvo una entrevista genial a Sánchez Ferlosio, un lujo, pero genial por Ferlosio, claro.
Maruja, que te seguimos queriendo, aquí entreteniéndonos con nuestras cosas, pero no creas que todo va mal, encontrarás el país algo más movidito, ya verás.
Sólo decir: «oído cocina» a electra, a AnnaGB y a Farah y los clones. Y por supuesto, buenos días a todo el mundo.