… la que hace escarnio de las mujeres, las juzga a la medida de su propia miseria moral y de sus sucios apetitos, la España casposa, de codazos entre hombres -«mira, esa, yo creo que traga, ¿no?»-, la España que creemos haber dejado atrás, sigue ahí, impertérrita, intocada, respetable en su escondrijo de taberna hosca e inciensada sacristía. Y los señoritos del PP -los señoritos de esa España-, tienen que hacer algo para demostrar que no descienden ideológicamente de aquellos que en otro tiempo violaban a las sirvientas y calumniaban a las muchachas. Qué asco. A las personas se las juzga y se las critica por su actuación política, por sus declaraciones.

Claro que yo una vez escribí una columna sobre la boquita piadosa de Rajoy. Pido disculpas.