He estado leyendo en la cama, apurada para terminar Riña de gatos, el premio Planeta de Eduardo Mendoza. Si durante la primera mitad la lectura transcurre agradablemente pero se puede interrumpir e incluso aplazar por un rato, en cuanto se mete en política -la acción se desarrolla en marzo de 1936-, es un sinvivir por leer y leer y leer más, no sólo porque salen personajes históricos -un José Antonio Primo de Rivera señorito y calavera más que creíble, un Azaña tan desesperanzado que acongoja-, sino por las sabias reflexiones que el autor va dejando caer. Al final uno tiene ganas de ser inglés y largarse, dejando atrás este país con la que le iba a caer, con la que nos cayó.

Cuando por fin he dejado la cama me ha puesto a leer la entrevista con el presidente Rodríguez Zapatero.

Me vuelvo al lecho.