Contra lo que la vida, la calle, ha decidido antes. Así funcionan. Los antiabortistas, que son tan retorcidos como para sacarse de la sacristía un vídeo embustero y canalla como el último, manipulando la realidad y a los jóvenes que dicen representarla, son particularmente impermeables a los cambios que esta sociedad ha ido acomodando en su seno. A la derecha española le cuelgan de las barbas deshechos de curas galdosianos, residuos tóxicos de aquella intransigencia que a tantas muchachas pobres y embarazadas lanzó a los arroyos de la España católica y, más que profunda, hosca y oscura.

Ante la muy razonable Ley de Salud Sexual y Reproductiva, esas flatulentas organizaciones que afirman defender la vida se lanzan a las rúas y, para nuestro contento, manifiestan con su escasa presencia que son muy pocos o están mal avenidos. En todo caso, el Partido Popular -es una vergüenza que visto lo visto haya gente que vaya a permitir que ganen las próximas elecciones- la presenta ante el Tribunal Constitucional, como su predecesor, Alianza Popular, hizo en 1983, cuando se aprobó la primera Ley del aborto. Miedo me dan, porque estos jueces de ahora son más conservadores que aquellos.

Togados y barbudos, sotanas y alzacuellos, ristras de perlas y trajes chanel, unidos de nuevo contra el libertinaje de la compasión y el vicio del conocimiento sexual. Porque tampoco les gusta que en las escuelas se enseñe a practicar el sexo seguro. ¡Eso queda para los padres! Si lo sabremos nosotros bien, y nuestros padres, y los padres de nuestros padres. La de cosas que no aprendimos con ellos…

Os subo estos enlaces, de El País: la información, su complemento y el comentario.

Y como hoy me ha dado por la judicatura, supongo que no se os ha escapado, pero por si acaso, el dispendioso talante del Consejo General del Poder Judicial, explicado en otro enlace con el mismo periódico.