Si el PP me recuerda invariablemente la «marcha atrás», esa práctica sexual que los españoles sometidos al yugo nacionalcatólico practicaron para impedir embarazos, el PSOE cada día se parece más a la eyaculación precoz. Su nueva ley sobre asuntos religiosos no es ni chicha ni limoná para el laicismo, pero como es, de nuevo, vaselina para la Iglesia, al final va a ser arsénico sin compasión para los no creyentes practicantes. Leed a Bedoya en El País de hoy. Por cierto, qué descanso que haya perdido Brasil: estaba harta de verles dar las gracias a su dios a cada gol.