… cuando os enterasteis de que los Reyes son los padres?

Yo tengo en mente, de forma imborrable, aquel día en el que comprendí que los adultos mienten. Era en la tarde del cinco de enero, ya era grandullona -unos siete años, creo-, y las mujeres de la casa se habían encerrado en la sala. La puerta, sin embargo, estaba algo entreabierta. Lo escuché todo. Se me hundió el mundo. Ah, sí, porque el mundo también era culpable. Menuda conspiración, la cabalgata.

Tardé al menos un año en perdonarles la ilusión que me habían roto. Sin embargo, qué gran servicio para el crecimiento es esa mentira, mucho mejor que lo del pecado original. Nos permite hacernos fuertes para las ilusiones que nos serán pisoteadas en el futuro, nos permite no olvidar cuán importante en nuestras vidas es la ilusión, por frágil que nos parezca.