No os preocupéis por mi salud. Siempre he sido muy activa, muy currante, y lo que pasa es que ahora ya no resisto como antes, faltaría… Ocurre que siempre que regreso de un viaje noto un cansancio especial, que no es el del trabajo en sí -dar entrevistas, charlar con la gente, intercambiar conocimientos-, sino de los madrugones y de los trayectos: ese levantarte temprano y ponerte el ojo pintao porque cuando llegues ya estarán los fotógrafos; esa espera en el aeropuerto, esas horas en avión o en ave, que por cómodas que resulten se van acumulando en los huesos; y ese volver a empezar cada vez, como el día de la marmota, de plaza en plaza. Pero todo ello queda compensado por lo que me ocurre en esos lugares, por los encuentros, por la gente.
El viernes tenía un acto que, por suerte, fue anulado: ¡los participantes eran aún más viejitos que yo. Por eso he descansado de un tirón.
Hoy veo llegar agosto que será mi mes de reencuentro conmigo misma y de reflexión y vida saludable. Ayer ya me puse a dieta, ¡no podía más de manjares!, una alcachofa hervida y un par de trocitos de rape a la plancha; y por la noche, lo mismo más una pastilla proteínica de esas de farmacia, de chocolate, que me tomo a modo de golosina mientras retomo, en la cama a Naguib Maafuz. Me espera un mes maravilloso de lecturas egipcias, soledad -bueno, no tanta, se queda gente alrededor-, Tonino y, espero, buena salud para todos.
La tormentaza de ayer disparó una alarma de seguridad en mi edificio e inundó los bajos. Se llevo mis jazmines. Otros saldrán.
Ahora me pongo a editar las fotos para el reportaje de Semana Negra -y otras cosichuelas- en Gijón.
Agosto para mí es el mes de los reencuentros con amigos que viven fuera y a los que veo poco. Me gusta quedarme aquí por eso. Y este año me estreno en un curso de la UIMP sobre tolerancia e intolerancia religiosa, y ese ambientillo de La Magdalena. Dos besos, Maruja. Uno para ti y otro para Tonino…ese sex symbol.
Dices bien, lo que cansa son los trayectos, aviones y demás… yo por ejemplo no soporto los autobuses.
Feliz reencuentro y descanso.
Me alegro de que estés ya en casita y afrontando con esa disposición de ánimo la pérdida de los jazmines. Espero la llegada de la primera tanda familiar que no se pierde verano en Gijón. Desde mi ventana estoy viendo los barquitos veleros a los lejos, la gente en la playa (e inclusoen el agua), multitudes asomadas a la barandilla del muro de S. Lorenzo…Es el «Festival aéreo», que se celebra todos los años. Increibles y de miedo las piruetas de los aviones…pero a mí lo que me gusta son los paracaidistas: la precisión con que, tras muchos desvíos en el aire, se dejan caer justo en el lugar señalado.
Mientras leia la Prensa local encontré este breve reportaje que te adjunto sobre el «Café Gregorio». Por Isabel y su foto contigo, hemos sabido que estuviste ahí y he pensado que para conservar la memoria de tu estancia en Gijón te gustaría esta noticia (y también a tu familia bloguera).
http://www.lavozdeasturias.es/asturias/gijon/memoria-abuelo_0_527347287.html
Frecuento mucho este lugar porque lo tengo al lado de casa y es paso obligado para ir a la compra y a la farmacia de enfrente. Es posible que nos cruzáramos ese día, pero los azares no siempre son azahares. Las cosas tienen siempre su momento. ¿Imaginais lo que me hubiera pasado si entro despistada ahí a tomar mi vino y me topo de golpe con Maruja? Pues yo sí me lo imagino: un sincope…El azar, muy sabio protege a las incautas. Pero me alegra saber que hay ciertas preferencias en pequeños rincones y pequeñas cosas.
Otra breve noticia para tí, Maruja: anoche en la Semana Negra (es el año que más la he frecuentado, quizás porque está in articulo mortis / vitae) conocí y estuve charlando con Olga Rodríguez. No me la imaginaba tan joven, guapa, con ese brillo de inteligencia natural siempre tan atractivo. Hablamos un momento de tí, de cómo te conoció,..me alegré, de ese encuentro y esa informacicón azaharosa. Luego comenté con Safa y con mis amigas del «Comité de Solidaridad con la Causa Árabe»: bueno si hay gente así, el mundo no está perdido del todo. ¡Qué gusto ser testigo de eso desde mi retiro, desde mi habitación con vistas al mar de Gijón y el cielo surcado por aviones y paracaidas en juego.
Raul, ya contaré más cosas, de Maruja Torres y Diana Dial en la Carpa del encuentro.
Están a punto de llegar los papás y un sobrinito-nieto de apenas dos años.
Esto era un comunicado de urgencia. Está empezando el ruido tremendo de los aviones, que bendita sea, no son de guerra.
¡¡Hola Maruja!! ¡Qué alegría!(yo que ya me batía en retirada ante un previsible descanso tuyo,merecidísimo por cierto..)..Pensé en una «desconexión»momentánea del blog debida a motivos de «mantenimiento y puesta a punto» del «motorcito»que da vida a este lugar. Me alegra saber que te encuentras bien(puntazo lo del «día de la marmota»;muy gráfico y esclarecedor…).El cansancio es como una deuda con el banco(si lo acumulas el cuerpo no perdona;exige su «dotación»correspondiente;si no se la das pasa factura con intereses muy altos).Me alegra saber que en agosto te resarcirás con creces. Lo de la dieta no lo veo con buenos ojos…(alcachofa y «pescao»hervidos…qué deprimente…). Come bien y déjate de pendejadas Maruja…(es broma,naturalmente).Estarás en soledad(relativa) pero aislada ¡¡nunca!!Un beso Maruja.
Aracne: Por el hecho mismo de que tu ventana dé al mar no sabes la envidia que me das. Desde la mía se ve también un «mar» de casas, edificios, jacarandas, casas y más casas. Pero a lo lejos,cuando está despejado, alcanzo a ver a Don Goyo junto a La Mujer Dormida (el volcán Popocatépetl ).Nada que ver comparado con lo que describes.Muy chulo el artículo del café Gregorio. Los «indianos»que retornaban con sus «haigas»contribuyeron,sin duda,al progreso de Asturias en muchos sentidos(no sólo en el económico).
En cuanto a lo acontecido en esa Carpa( a tres bandas) espero notas aclaratorias en lo sucesivo.Diana Dial «and sister» tienen mucho que contar de ese periplo asturiano. Ya estuvo suave de tenernos en ascuas tanto tiempo…Un abrazo Aracne y disfruta de tu familia que será lo mejor de lo que nos cuentas.
¿Desde cuándo te conozco? Diría que de toda la vida. Sin embargo, llegaré al final de mis días sin haberte conocido. Antes firmabas con una dirección personal con su arroba y todo. Ahora veo que firmas con tu nombre y punto com. Estoy en Menorca, como todos los veranos desde hace veinticinco. ¿Calculas? Pues, eso es. Ya no se acentúan los demostrativos. Demostrativos, ¿no? Se me han olvidado tantas cosas… Lo peor es que no las quiero recordar, para qué. La vida es… el resumen. El resultado de la suma, de mi suma, ha sido bueno, demasiado bueno, no todo el mundo está frente a la bahía paradisíaca Fornells con dos palmeras en el jardín y una mucama limpiando el porche a esta tempranísima hora de la mañana mientras que me encuentro contigo en El PAÍS del domingo y reparo en tu email. ¿email? Ayer noche en Radio Nacional estuve oyendo al novelista de «… en patera y haciendo aguas» que explicaba el lenguaje sms. «Mañana lo intento, me dije». Hoy te escribo, Maruja. Hoy te escribo y así cumplo uno de mis deseos de toda la vida que estaba segura de no cumplir. El deseo de decirte a ti, porque a Álvarez Solís ya no puedo desde que se separó de Concha y se fue a Madrid y a Terençy tampoco porque ya no está, que me habría gustado conocerte por algún arte de birlibirloque de esos que hace la vida y que hubieras sido mi amiga de verdad y no la amiga inventada que voy a seguir teniendo. También hubiera querido ser periodista, escribir en EL PAÍS, jugar a tener casa en Beirut. Yo la tuve en Tel-Aviv, también en Río, en Túnez, en el Alger de entonces. Sin embargo crecí tres hijos y ya sabes que no es combinable lo uno con lo otro. Dejas la casa en las chimbambas o te dedicas a crecer tres que te van a mortificar la vida para siempre en una larga espera de que te hagan tan feliz como vas diiendo que eres a lo largo de la vida. Me gusta tu blog. El mio es particular y está lleno de faltas, escrito directamente y sin corregir. Podría decir ahora que fue el inicio de un lenguaje sms que practiqué. Recibe un abrazo, Maruja, y disculpa por estas confesiones mañaneras.