Peor podemos estar. Esto no ha hecho más que empezar. De inmediato: ¿de qué se alegran los vencedores? ¿De que el país esté tan hecho unos zorros que les haya votado a ellos gente insospechada? ¿De que entre votos en blanco y votos nulos se podría formar un partido que ha quedado en cuarto lugar? Nadie, ninguno puede alegrarse.

Pero no hay que dejar de reír. Eso nunca.