Cuando María Teresa Fernández de la Vega accedió a su despacho de la Vicepresidencia del primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, le pidió a su secretaria, que había trabajado con el saliente Don Francisco Álvarez Cascos, una cosa de Internet. La respuesta fue que a ella y al resto del personal de oficinas no se les permitía conectarse. Yo a un señor así de casposo lo llamo abyecto. Le podría llamar miserable, claro que sí. Pero abyecto suena más a escupitajo.