También huele mal que el juez que, a paso de tortuga y más bien distraído, ha instruido el caso Palau, se vaya a otro destino. Con lo cual, seis meses para poner un sustituto, seis meses para ponerse al corriente del caso… ¿No fue lo de Fabra, que prescribió por el paso del tiempo? Huele mal, aunque sea pronto para ponerse a clamar. Pero recordadlo: tarde o temprano, clamaremos.