Estaré de acuerdo con esa medida cuando desaparezcan los niños actores, los niños en la publicidad, y la publicidad dirigida a lavarles el cerebro a los niños.
El Goya infantil
7 Comments
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Estaré de acuerdo con esa medida cuando desaparezcan los niños actores, los niños en la publicidad, y la publicidad dirigida a lavarles el cerebro a los niños.
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Que razón llevas Maruja!
!!!! OK Maruja!!!
En total sintonía con tu comentario.
totalmente de acuerdo, qué hipócritas, los usamos como reclamo, los educamos como clientes potenciales, nos servimos de su talento para hcer creíble una historia o para ser el centro de la misma pero solo es lícito y ético pagarles con dinero , a qué reconocerles con premios su valía , entonces estaríamos fomentando demasiado pronto la insacible vanidad de los actores, je je, es realmente risible el argumento. cuando un niño es actor adema´s de estudiante y además es bueno porqué no premiarlo, es mejor premiar el sobreesfuerzo y el talento que no comprarles una wii por aprobar solamente porque esa si es la obligación de un escolar pero no lo es actuar y encima ser un gran interprete.que asco de sobrep`roteccion para lo que nos interesa, que asco mezclar todo.
El problema no son los premios sino el entorno del chaval/a premiado. Este sí que es peligroso
Hace unos cuantos años trabajé en una empresa de óptica. Con motivo del lanzamiento de nuevas colecciones de gafas para niños, organizaba una campaña para la que eran imprescindibles unas fotos divertidas de niños que las lucieran. Eran como una media docena de modelos infantiles profesionales y, algunos, trabajaban en anuncios de TV. La más jovencita del grupo, toda una belleza de 5 años, ponía las cosas difíciles: «Si quieres que siga posando, traeme una cocacola»; tres minutos después, la petición era otra: cierta marca de dulces (hace tiempo, no recuerdo cuáles); luego exigía otra cosa distinta y más tarde otra y otra y otra más -y cada vez más disparatadas- y, a cada una de ellas, había que parar la sesión porque en el plató (alquilado por horas) no había aquellas cosas. En una ocasión -y durante una de las paradas forzosas- se levantó del lugar en el que estaba y se dirigió al fotógrafo:
– Y tú ¿eres famoso?, le dijo.
– ¿Famoso?, ¿Yo?…
– Sí, tú: ¿eres famoso?
– No, ¿por qué?, preguntó a su vez Alberto
– No, no, por nada -arqueó las cejas e hizo un gesto medio raro-. Es que a mí solo me han hecho fotos fotógrafos famosos.
Se dió media vuelta la diminuta modelo y regresó al lugar en el que esperaba su capricho mientras Alberto y yo intercambiamos una mirada ojiplática.
Por cierto que todos los hermanitos de la pequeña modelo de la que hablo -si no recuerdo mal otros tres niños- eran modelos profesionales también. Mamás de casting.