Pues mi médico me ha encontrado fuerte y estupenda, dentro de que me hallo en lo que él simpáticamente llama Territorio Desgaste, pero muy bien, vamos, encantado con mis gimnasias y el resultado que me da. Lo terrible es el hospital, el edificio de traumatología, en Vall d’Hebrón. Ese transatlántico de la Sanidad pública convertido en un fantasma. A medio poblar, con zonas de sombra, habitaciones cerradas, pocos quirófanos en activo y sin pacientes convaleciendo. Sin pacientes, vaya. Se curan accidentados y se les manda para casa. Se me ha encogido el alma, y no os cuento más porque me voy a desahogar con el ‘perdonen’ que me toca escribir mañana.