Gadafi se dirige a unos cuantos cientos de acólitos, indescriptible. Como la última aparición de Franco en el balcón del Palacio de Oriente, pero con turbante y manto -qué trajín, por cierto-, un espectáculo patético a cargo de un ser cruel y consentido por Occidente. Lee el código penal libio -lo lee como puede- y dice que va a ejecutar a los traidores. Qué espectáculo más asqueroso.