Y ello se debe a que me fatigo sólo de verla llevar ese tren de vida. Claro que a mí me va bien. Creo que ya hemos reeditado. El viernes, escondida en el jardín del Ateneo de Barcelona, escuché sus comentarios -con Eduardo Mendoza, me priva ese hombre, y Chufo Llorens, el maestro histórico-, acerca de que este Sant Jordi faltará gente. ¿Será posible? Yo, allí, toda tiesa de papel con mi refulgente envoltura, ¿y ellos, los catalanes, de puente? Voy a ponerle una vela a santa Rita debajo del hábito a ver si espabila, que tengo ganas de que este libro vaya bien para en seguida a mover el esqueleto por Egipto. ¡La de aventuras que me tiene preparadas!