Tengo wifi local propio pero va más lento que la reacción de ZP ante la crisis y las puas de la peineta de la Cospedal en hacer lo que deberían. Estoy en Giza: pirámides apagadas, no hay turismo. Pero a las 7, ya oscurecido, tuve la suerte de avistar un momento su aliento luminoso, en la primera y ya única sesión de luz y sonido.

Lo de subir fotos: estoy esperando, que mañana llega Nuria Tesón y ella se maneja muy bien con los lugares desde donde podré mandaros. Mañana os escribiré con calma en cuanto pueda, pequeñas cosas narrativas del realismo trágico de esta ciudad, donde cuesta todo tanto a la gente del pueblo, donde simplemente desplazarse de un lugar a otro es una tortura.

Hoy he sido turista en Giza, donde un perfumero, y me he sentido feliz de poder gastar en perfumes. A la salida, Mustafa, con su aire de hombre sabio -es un verdadero encanto: gracias, Kim, por contactarme-, me ha dicho que era la primera persona que entraba a comprar en la tienda en tres meses.

Así que tengo: loto, jazmín, lirios del valle, menta, sándalo y varias esencias más, incluído el ‘vrais Chanel número 5″, faltaría más.

A ver cómo va la cosa mañana, que he de madrugar, escribir el perdonen, medio folio más de novela -seamos realistas- y la hora diaria de aquagym, que me está dejando hecha un toro para el subebaja de las calles cairotas.

Ahora mismo me estoy poniendo hasta la diabetes de dátiles frescos. Ay, la leche (de camella)