Regresé muy feliz de mi estancia en Gotemburgo, de cómo fue mi intervención, de cómo me trataron Anneli y Ellinor (la primera en nombre de la Feria Internacional del  Libro, la segunda como moderadora del Seminario de Serie Negra Española y maravillosa guía y acompañante), pero prácticamente hecha un Quasimodo tras haber sido sometida al viaje de vuelta, con ¡dos vuelos en Brusselles Airlines! No os las recomiendo en absoluto, son tan angostos los aviones que no me extraña que haya belgas proclives a la pederastia: debe de ser por el roce. Siete horas para ir y otras siete para volver. Necesitamos una línea que una esa estupenda ciudad con Barcelona.

El caso es que la aquí firmante se ha ido hoy diligentemente a por aquagym y a por masaje, prácticamente rogándoles que volvieran a ponerme todo en su sitio.

La charla fue muy bien: medio centenar de personas, considerando que no he sido traducida al sueco, es un número decente. La mitad no usaron la traducción -que realizaron dos profesionales magníficos-, y luego me enteré de que ninguno de los que sabían español lo había aprendido en el Instituto Cervantes. Es un dato, ¿no? Hable por los codos, con la ayuda de Ellinor, que hizo preguntas muy oportunas, y luego firmé libros. Se interesaron mucho por el 15-M y por el devenir político de nuestro país. Y les encantó Diana Dial, que debió de irse por ahí mientras yo trabajaba. Luego Ellinor y yo dimos una vuelta por le inmensa Feria, que es muy muy muy grande y, a diferencia de la de Francfurt, no está sólo orientada a los contactos profesionales, los descubrimientos de autores y la contratación de libros -además de los actos culturales, claro-, sino que se abre a los suecos y vienen de todos los puntos del país para comprar libros, escuchar a autores y descubrir novedades. Es una verdadera fiesta, venga de gente haciendo cola, venga de escritores por aquí y por allá. También hay sitio para ONGs muy diversas y para todo tipo de literatura Los chavales lo pasan estupendo. Una pasada, en fin.

Luego Ellinor me llevó a ver la ría -me moría por ello-, y vimos el puerto y subimos al tercer piso de la ópera -que funcionaba a primera hora de la tarde: la Salomé de Strauss- y con un sandwich de salmón y una cerveza cada una nos instalamos en los sofás del cuarto piso, ante los ventanales. ¡Menudo picnic! Hay algo que me gusta mucho de Suecia y es la forma que que todos se sienten dueños del país, la permisividad y el respeto; uno puede hacer muchas cosas, pero uno hace las cosas bien. Hay una hermosa confianza mutua, todavía. Y les queda larga distancia para que, aún recortándoselo, pierdan el Estado del Bienestar. Nunca he visto más facilidades para discapacitados que en esta Feria… ni mejor calidad y diseño en muletas y sillas de ruedas.

Por la noche cenamos Dani Cladera -de Planeta, que me acompañaba: se ocupa de las ventas al extranjero y tiene treinta y pocos- y yo en casa de Ellinor. Cocinaba su marido, Per, que tiene un delicioso sentido del humor. Comimos un rape con mejillones y verduras estupendo, un poco picante, con salsa de crema de leche y vino blanco. Y ¡bebimos Albariño!

A la mañana siguiente Ellinor nos vino a recoger y nos llevo al centro antiguo, en donde compramos ropa en la tienda de Gudrum Sjoden (pronunciar Kiutrum Jodía: hicimos muchas coñas al respecto), y de donde salí con unos toques deliciosamente nórdicos para ser una dama algo santa y algo claus; Dani se llevó un conjunto para su bebita.

Y ahora, fotos.

¡hay colas para comprar libros! los sonrientes son Dani y Ellinor

 

¡y colas para entrar!

¡y buses-biblioteca que van por los pueblos pequeños!

con Ellinor, el sábado por la mañana

detalle callejero sueco

y otro

y otro más

y más otro

vista parcial de la Feria

más Feria

y más Feria

y sigue Feria

firmas por la liberación del periodista Dafwit Isaak, de Gotemburgo, prisionero en Eritrea

Henning Mankell se prepara un café durante una pausa