Aprovechando que he echado unas canitas a la intemperie, D.D. me ha suplantado, arrogándose asuntos que no le conciernen: conflictos internacionales, crónicas sociales. En fin. Sospecho que está algo ríspida porque he quedado con un patólogo forense para inventarme un crimen sumamente asqueroso -físicamente, quiero decir- con el que ella tendrá que pechar, allá en el Nilo. Que se fastidie. Espero que no os haya molestado este nueva capítulo de sus intentos de sustitución de personalidad.