He tenido la santa pachorra de escuchar en diversas emisoras de radio a no pocos alcaldes recién elegidos para cambiar el maña de España, y a todos, absolutamente a todos les he escuchado asegurar que piensan gobernar poniendo por encima de todo el interés de sus poblaciones, y que tenderán la mano no sólo a los de su partido, sino a todo el mundo.

Luego me he echado a llorar, como Rafa Nadal en el vestuario. ¡Gracias a la vida por haber conseguido alcaldes tan buenos! Que no se me olvide poner cabeza abajo la próxima imagen de santa Rita que encuentre.