Si algo he aprendido -con el tiempo y las pérdidas- es a conocer mi forma de vivir la agonía de los amigos, su desaparición, su ausencia. La muerte súbita: un dolor atroz, una grieta en el corazón, una garra de escarcha en la espalda que obliga a rendirse a la inmediatez de la desesperación; es la reacción más egoísta, que contempla tan sólo el «ya no le veré más», «nunca más», etcétera. Con las muertes que llegan aplazadas, que colonizan el cuerpo amado y lo desvirtúan, lo convierten en solar de experimentación de la medicina, receptor de paliativos a cambio de desplazamiento del alma, y pasto de manos extrañas, uno se va haciendo a la idea poco a poco, pero con mucha hondura. Cabe la reconstrucción, preguntarse cuándo fue la última vez que viste a tu amigo con vida, dueño de sus recursos, señor de su cuerpo, amo de su cerebro. Y detenerse ahí. Nada más, nadie más. Pero nunca, jamás nunca más. Siempre para siempre y por siempre, Quim. Si hubiera justicia posterior para la gente buena estarías ya, desde ahora mismo, dándole la brasa a Labordeta.
Reflexión
8 Comments
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Sshhh….
Un abrazo fuerte
La muerte es transparente, los muertos viven en nuestro corazón y en cada rincón de nuestra memoria.
Un beso
Maruja, amiga en el anonimato; un poco por derecho de tanto compartirte en tus escrito.s.. has producido en una lágrima que se escapa , silenciosa, la complicidad de quien sabe de pérdidas a la manera tan bien sentida en esta reflexión tuya.
La gente dichosa , que todavía no sabe del sufrimiento, es menos dichosa, también:
Tenía ganas de volver a encontrarte, Maruja; de volver a encontraros. He estado fuera y echaba de menos asomarme.
Y ahora te mando un abrazo. Y una mano que también te acompaña.
Un abrazo con todo mi cariño. Yo no me acabo de despedir nunca de las personas a las que he querido y ya no estan en este mundo.Continuan siendo parte de mi vida y están presentes en mis conversaciones, en mis sueños y en mis recuerdos ó sea que están conmigo.
Tras la pérdida, tras el dolor, queda la ausencia y la memoria. La memoria nos permite mantenerles con nosotros, aunque de otra forma»…Por eso es tan temible esa enfermedad que nos la arrebata…
Besos, Maruja.
La forma que tienes de expresar el dolor me crea un nudo en la garganta.
Lo siento.
Sabemos que eso sería demasiado feliz, pero, de ser, ya estaría dando la brasa a Labordeta, y de qué manera…
Te abrazo, Maruja.