Ahí va, según mi costumbre. Es un lugar cuya belleza desconocía, y la casa que me sirvió de refugio se encuentra aislada. Por lo tanto no sólo me ofrecieron hospitalidad y buen gusto; también eso tan necesario llamado silencio, o bien buena música. Y, desde luego, buena compañía, incluida la de Panchita, brava y devota perrita donde las haya. Lástima que Tonino no la haya conocido, con lo que le han gustado siempre pequeñitas y peludas.

Salobreña desde lo alto; en primer término, finca de aguacates

Salobreña y su castillo

playas de salobreña

piscina, en lo alto y entre árboles

otro ángulo de la pisci. me encantan los colores

fondo de mosaico estilo romano con delfines (gran pasión del dueño de la casa)