Por cierto que esta mañana salí temprano, que he tenido que hacer una visita, y cuando regresaba necesité un bar con cierta urgencia -por lo de acudir al WC más que nada-. Bares por esa zona de Madrid, barrio pijo de toda la vida del dios preconciliar (Juan Bravo casi esquina a Velázquez), hay pocos… pero todos ellos pata negra trescientas jotas. Y entré. Doce de la mañana. Dentro media docena de hombres de distintas edades pero idénticas características capilares (melenita más o menos rala repeinada hacia atrás con gomina y rematada por algunos rizos en el cuello, camisas rosas o rayadas con el primer botón abierto, pantalones como de sastrería y finos zapatos. Por cierto que, dentro, y en su taburete, el limpiabotas lustraba a fondo los de un cliente sentado en uno de los cómodos sillones del salón mientras éste leía desatento La Razón. En la barra, dos de estos caballeros tenían una conversación sobre diversas promociones inmobiliarias en las que parecía que estuvieran implicados. Tomé mi café mientras contemplaba el panorama y, antes de irme, hice exactamente lo que tenía previsto hacer.
SOFÍA 7 julio, 2011 en 20:18
Yo también lo subscribo, ¡al 200 por 100!
Wow! MARÍA LUISA, ¡benditos tus ojos que han visto esta realidad del Madrid pijo por antonomasia y benditas tus letras derramadas que tan rebién nos han descrito la escena! Wow! Digno de guión cinematográfico de película buñuelesca de la burguesía actual de Madrid!
Adoro Madrid (y soy de Barna), pero cuando veo este tipo de escenarios me entran sarpullidos. No que no se den en la Ciudad Condal, que sí se dan, en la calle Santaló y Tusset, que son los equivalentes a Juan Bravo y Jorge Juan.
Saludos y gracias, Maruja, por poner estos enlaces tan interesantes. ¡Eres mi referente!
Cosaria Roja 7 julio, 2011 en 20:25
Otra que suscribe , of course.
Maria Luisa, yo me hubiese ahorrado el café, al grano, y nunca mejor traído, jeje . 1º porque resulta ser pésimo para mi hígado-mira tú que horror pa mi cafeinomanía, aggg- 2º más importante por lo global, aro, es que te tomes lo que te tomes en esos contextos, sales con un sabor/olor a rancio que descompone, vaya.
elblogdeluna 19 julio, 2011 en 18:38
No me gusta prejuzgar, a veces las apariencias engañan. En ocasiones las empresas te piden ir vestido con determinadas características, otras de la ideología algunos sólo tienen el nombre. Lo peor de todos estos bares es que son demasiado caros.
Yo también suscribo totalmente.
Por cierto que esta mañana salí temprano, que he tenido que hacer una visita, y cuando regresaba necesité un bar con cierta urgencia -por lo de acudir al WC más que nada-. Bares por esa zona de Madrid, barrio pijo de toda la vida del dios preconciliar (Juan Bravo casi esquina a Velázquez), hay pocos… pero todos ellos pata negra trescientas jotas. Y entré. Doce de la mañana. Dentro media docena de hombres de distintas edades pero idénticas características capilares (melenita más o menos rala repeinada hacia atrás con gomina y rematada por algunos rizos en el cuello, camisas rosas o rayadas con el primer botón abierto, pantalones como de sastrería y finos zapatos. Por cierto que, dentro, y en su taburete, el limpiabotas lustraba a fondo los de un cliente sentado en uno de los cómodos sillones del salón mientras éste leía desatento La Razón. En la barra, dos de estos caballeros tenían una conversación sobre diversas promociones inmobiliarias en las que parecía que estuvieran implicados. Tomé mi café mientras contemplaba el panorama y, antes de irme, hice exactamente lo que tenía previsto hacer.
Yo también lo subscribo, ¡al 200 por 100!
Wow! MARÍA LUISA, ¡benditos tus ojos que han visto esta realidad del Madrid pijo por antonomasia y benditas tus letras derramadas que tan rebién nos han descrito la escena! Wow! Digno de guión cinematográfico de película buñuelesca de la burguesía actual de Madrid!
Adoro Madrid (y soy de Barna), pero cuando veo este tipo de escenarios me entran sarpullidos. No que no se den en la Ciudad Condal, que sí se dan, en la calle Santaló y Tusset, que son los equivalentes a Juan Bravo y Jorge Juan.
Saludos y gracias, Maruja, por poner estos enlaces tan interesantes. ¡Eres mi referente!
Otra que suscribe , of course.
Maria Luisa, yo me hubiese ahorrado el café, al grano, y nunca mejor traído, jeje .
1º porque resulta ser pésimo para mi hígado-mira tú que horror pa mi cafeinomanía, aggg- 2º más importante por lo global, aro, es que te tomes lo que te tomes en esos contextos, sales con un sabor/olor a rancio que descompone, vaya.
No me gusta prejuzgar, a veces las apariencias engañan. En ocasiones las empresas te piden ir vestido con determinadas características, otras de la ideología algunos sólo tienen el nombre. Lo peor de todos estos bares es que son demasiado caros.