Os subo este artículo de Barbara Prost Solomon, publicado en El País. Es muy interesante porque muestra con toda crudeza que incluso a los liberales más progresistas estadounidenses -y esta señora tiene, como tal, una trayectoria impecable: también fue antifranquista divine- lo único que les interesa es su país. Sus intereses, su política. Ninguna duda, ninguna grieta. Qué suerte ser tan berroqueña.