Cualquier azote a la Naturaleza me resulta doloroso y me hace pensar en la falta de calidad humana que conlleva esa maldad, porque, sobre todo, pienso que hay un fondo de mala educación e incultura en la ciudadanía que lo propicia y los gobernantes que no ponen los medios para evitarlo o subsanarlo. Los incendios tiene la doble tragedia de contemplar la dureza del fuego aniquilador y del destrozo en todos sus habitantes: humana, flora y fauna. Más destruir un paisaje y una identidad a los lugares afectados, los cuales dejaran de ser un medio de proporcionar felicidad a sus visitantes, entre otras bondades. Sin entrar en la valoración económica que conlleva esa muerte para una región y un país –visto desde el punto de vista ecológico, claro!-.
sencillica 12 agosto, 2012 en 22:52
Encogida por lo que pasa en La Gomera. Dios santo.
javier 13 agosto, 2012 en 7:00
Estos días he llegado a apagar la radio cada vez que anunciaba la aparición de un nuevo incendio. Cada nueva catástrofe me ha ido arrebatando un paisaje que hice propio. Garajonay, Los Arribes, Alt Empordá, el Alto Tajo y que no podré visitar con mi hijo. Cuanto todavía podían contenerse las llamas en el Garojanay, un profesor de una facultad canaria decía que no solo se quemaba madera, se estan quemando millones de años de evolución y de vida. De paisaes, de recuerdos infantiles, de memoria, de cultura y tecnología, de vidas enlzadas a través del tiempo en un mismo entorno. Los fuegos no aparecen solos. Dice Juan Cruz que «Los montes no se queman solos, se queman a veces porque alguien los quema o porque la desidia los quemas. Y ahora hay una combinación de todo en esta desgracia que mantiene las islas en llamas». Es decir, no hay fatalidad que valga, no hay azar en estas desgracias. Hay un conjunción matemática de factores que producen siempre el mismo resultado. Y no se tocan ni se cambian.
Cualquier azote a la Naturaleza me resulta doloroso y me hace pensar en la falta de calidad humana que conlleva esa maldad, porque, sobre todo, pienso que hay un fondo de mala educación e incultura en la ciudadanía que lo propicia y los gobernantes que no ponen los medios para evitarlo o subsanarlo.
Los incendios tiene la doble tragedia de contemplar la dureza del fuego aniquilador y del destrozo en todos sus habitantes: humana, flora y fauna. Más destruir un paisaje y una identidad a los lugares afectados, los cuales dejaran de ser un medio de proporcionar felicidad a sus visitantes, entre otras bondades. Sin entrar en la valoración económica que conlleva esa muerte para una región y un país –visto desde el punto de vista ecológico, claro!-.
Encogida por lo que pasa en La Gomera. Dios santo.
Estos días he llegado a apagar la radio cada vez que anunciaba la aparición de un nuevo incendio. Cada nueva catástrofe me ha ido arrebatando un paisaje que hice propio. Garajonay, Los Arribes, Alt Empordá, el Alto Tajo y que no podré visitar con mi hijo. Cuanto todavía podían contenerse las llamas en el Garojanay, un profesor de una facultad canaria decía que no solo se quemaba madera, se estan quemando millones de años de evolución y de vida. De paisaes, de recuerdos infantiles, de memoria, de cultura y tecnología, de vidas enlzadas a través del tiempo en un mismo entorno. Los fuegos no aparecen solos. Dice Juan Cruz que «Los montes no se queman solos, se queman a veces porque alguien los quema o porque la desidia los quemas. Y ahora hay una combinación de todo en esta desgracia que mantiene las islas en llamas». Es decir, no hay fatalidad que valga, no hay azar en estas desgracias. Hay un conjunción matemática de factores que producen siempre el mismo resultado. Y no se tocan ni se cambian.
«Sr. Rajoy, ¿Dónde están sus 500 millones de árboles?»
http://aldea-irreductible.blogspot.com.es/2012/08/sr-rajoy-donde-estan-sus-500-millones.html
Benjamín: los 500 millones de árboles los tiene la niña (de Rajoy) en el patio trasero de su casita de muñecas