así de guapos (por fuera y por dentro) son mis anfitriones

 

Aquí os enlazo una crónica de Irene Hernández Velasco para www.elmundo.es, dentro de la magnífica cobertura que está haciendo desde Atenas. Es lo que en las redacciones se llama -o solía- «una crónica de color», y explica mucho mejor que análisis sesudos lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo. Lo que Tsipras representa -aunque no ha ganado, se ha fortalecido- es una sacudida de esperanza. Para frenarla se ha movilizado la gente bien de Europa -nuestros sospechosos habituales-, con objeto de que no faltara de nada en la grosera escala de la coacción y el chantaje. Vuelven los de siempre, pero que no se engañen: tendrán que hacer mangas y capirotes porque lo que le han dado a la UE y a la señora Merkel es un poco de tiempo para que prometa algo de aire, y que Grecia reciba un parche Sor Virginia de esos que no solucionan nada y cuyo efecto dura poco. Puede que con esto vayan capeando durante el verano, pero nada más.

el bareto egipcio

A ver si, entre tanto, dejamos de leer y escuchar en los medios de comunicación de masas la expresión «al borde del abismo». Me tienen hasta las mismísimas narices.

Yo, ayer, hice vida tranquila, concentrada en la tv desde las 20 horas. Con Jesús y Pascale y su hija Clarita. Antes, paseo. El barrio, tranquilo, de clase media acomodada en el que viven, estaba en calma. Fuimos a un bareto que ha sido abierto hace poco: se llama Tahrir Square, lo llevan egipcios amabilísimos y tienen buena shisha, con carbón de verdad, lo que demuestra que sus intenciones son serias. No me digáis que el mundo no es un pañuelo. Mientras Europa se desgañitaba respecto a Grecia, y la Royal, según dicen los periodistas -ansiosos de corazón, tras la pérdida de Bruni-, se dejaba en las legislativas la melena, aquí en Atenas un egipcio encantador practicaba las viejas artes de su oficio, y bajo el cartel de Tahrir -en griego, también- parecía respirar con alivio: al menos, no se encuentra en ese país, el suyo, cuya revolución ha sido traicionada, y en el que se disponen a seguir mandando los de siempre.

 

servidora, procediendo

¿De qué nos quejamos? Aquí, lo mismo. Democráticamente, pero lo mismo. Cuando hay miedo se recurre al látigo. Con o sin urnas limpias.

Voy a ponerme a pensar algo para el Perdonen, a ver si lo dejo listo antes del acto de presentación de la Semana de Literatura cuyo vínculo también os uno: ¡estoy de los nervios ante la perspectiva de conocer -y compartir charla- con Petros Márkaris, a quien tanto admiro! Siguiendo su obra -que empezó cuando aún se usaban dracmas- se profundiza en el devenir de este país.

De paso, en este momento me estoy bajando un yogurazo tan exquisito…. nada que ver con los de ¡Ehpaña! Pascale ha tenido la gentileza de subírmelo junto con un café a mi habitación. Desayuno y escribo y escucho cercanos pájaros.

Que tengáis todos un buen día: griegos, egipcios y franceses también. Dentro de lo posible.