Reponiéndome de Madrid (fantásticos días), y mañana, a l’Empordà. Sigo viajando para olvidar el vacío que Tonino ha dejado en la casa. Pero va mejorando: y el recuerdo feliz convive con la pena, y a bastantes ratos consigue anular ésta. Murió como un señor gran acompañante, y aunque me cuesta hablar de él no me cuesta tenerle presente. Feliz año, por si en la masía no tengo cobertura.