Los puse a grabar y me fui a la cama, en donde morfée (de Morfeo, no del lunfardo morfar) cumplidamente y sin tamtames radiofónicos. Esta mañana he ojeado los titulares, me he felicitado porque ha ganado The Artist, y esta noche me dispongo a zamparme la alfombra y la ceremonia, con la inestimable ayuda del mando a distancia, que me protege de los comentaristas, los premios menores y los interminables rollos lanzados por ciertos premiados. Cuando un premiado es un rollo pero me gusta mucho, le quito el sonido y me dedico a su contemplación. Cuando, más que mucho, me gusta demasiado y además encajo bien lo que dice, lo pongo de nuevo y lo vuelvo a poner. Ah, el mando a distancia: delicioso instrumento que, manejado por una cinéfila sensatamente loca, puede recuperar su interés por el cine de Hollywood.

O sea, esta noche, en mi casa, ¡fiesta!