Ayer estuve un poco de molicie hasta que me tocó prepararme para la conferencia en la Universidad Panteios, sector periodismo. Quedé encantada del nivel de comprensión y atención, o viceversa, y también de la organización y la traducción.

Luego Jesús Santos, Ana de Miguel, Miguel y yo fuimos a cenar a una taberna al pie de la roca del Partenón. Qué buena la ensalada de espinacas hervidas con algo de picardía y limón, y el pulpo guisado. Regresaré a Barcelona con ese sabor del tomate rojo y dulce, que nosotros ya hemos olvidado. Y el yogur, sin acritud o acidez.

También me llevaré el recuerdo de la gente. Hoy, Miguel -no sé si os he dicho ya que es becario de la embajada española, historiador de arte, y un encanto absoluto- me acompañará al ver el Poseidón en el Museo Arqueológico, y un par de cosillas más. Luego buscaremos un sitio para el aperitivo y, a continuación, iré a almorzar con Vasili Vafeos, el director de cine, y su ex-esposa, mejor amiga y productora, mi querida Anastasia. Les conocí hace tres años, en la semana de cine de Lavrios, cerca del Cabo Sunión. No nos hemos visto desde entonces, aunque no nos perdemos de vista, y ansiamos parlotear. Cuando les pregunté, lo primero -vinieron el día de la conferencia con Márkaris- cómo estaban, me tranquilizaron: «Not bad, and with projects», se apresuraron a decirme. Como si dijeran: nosotros no nos podemos quejar, hay gente que está mucho peor, y además no hemos perdido la esperanza. Hoy espero que me lo amplíen.

Va a ser un día estupendo. Al anochecer, copa en casa de Jesús -o sea, donde vivo ahora- con motivo de la Semana lEA: ¡viene Aute, que intervendrá mañana! Hace siglos que no nos vemos.