O así:

La ironía enseña los dientes en esta crisis de nunca acabar. La próspera y calvinista Holanda, firme aliada de Berlín y Bruselas para imponer políticas de austeridad a rajatabla a todo el continente, empieza a caer en su propia trampa. Nadie presionó tanto para impulsar la rectitud con las cuentas públicas de la eurozona: Holanda se ve obligada ahora a probar su propia medicina, el pacto fiscal y los denominados Six Pack y Two Pack, una especie de Sagradas Escrituras de la austeridad para dificultar que los Gobiernos tomen medidas anticíclicas (en plata, que en medio de una recesión el Estado gaste y se endeude para compensar el hundimiento de la demanda privada). El Ejecutivo aprobó ayer un nuevo recorte para el año próximo, de 6.000 millones de euros —el 1% del PIB—, para tratar de cumplir los objetivos fiscales marcados por la Comisión Europea. No parece capaz de lograrlo: la prestigiosa DCP, el centro oficial de planificación económica, lleva tiempo avisando de que la tijera agravará la recesión e impedirá, por tanto, alcanzar las metas fiscales. Salvando las distancias, algo parecido a lo que ocurre más al sur, en toda la periferia.

Leed entero el artículo de Claudi Pérez en El País