Aquí:

Entre espachurrar a lo tonto toneladas de tomates, subir a críos a lomos de una montaña humana por si se despanzurran, arrojar bombonas de butano para ver quién llega más lejos, y matar toros a lanzazos se van pasando las fiestas de pueblo españolas, que son españolas, sí, pero sobre todo de pueblo. Gila se inventó un pueblo bruto donde gastaban bromas como volarle la cabeza al maestro con un barreno o decirle al Eulogio que subiera a tender la ropa a un cable de alta tensión. “Cuando bajó” decía Gila “parecía la ceniza de un puro”. “Que no sople nadie hasta que llegue el juez”. “Me habéis matado al hijo pero lo que me he reído”. Entre las competiciones de los festejos populares descollaban trepar por una cucaña para coger un jamón a punta de navaja y partir un peñasco a cabezazos, que algunos se lanzaban sin tomar carrerilla y otros además sin boina.

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