He aquí mi desahogo de hoy en forma de artículo. Empieza así:

Si es cierto que la indignación mueve más montañas que la fe, yo siento en este momento una de tal calibre que me gustaría que el Pico Viejo del Teide se desplazara hasta Madrid para tragarse a Rouco Varela con faldas, tiara, rosetón, bastonazo, anillo de ringorrango y, de paso, llevándose consigo, como los faraones en su viaje final, a aquellos que le han besado el anillo desde el principio hasta ahora mismo. Figuraos, todos al fondo del volcán que, de regreso a su majestuoso emplazamiento, se emplearía concienzuda y lentamente, a lo largo de siglos, en proporcionarle a monseñor esa alternativa de un infierno en que él seguramente no cree, porque en ese caso no habría resultado tan perverso.

 Y sigue, como cada jueves, en eldiario.es