Estaba muy malito desde hacía tiempo. Manu era de los imprescindibles y será de los inolvidables. Ahora quienes le quisimos y admiramos y recibimos su inmensa generosidad tendremos que ver cómo escriben de él los periodistas descafeinados que aceptan con sumisión el desmantelamiento del reporterismo. No pasa nada. En esta profesión siempre hemos tenido que convivir con indeseables. Ahora más que nunca, cierto. Como en general.

Vives, Manu. Diste mucho. Gracias.