Éste es uno de los párrafos centrales de mi artículo de hoy:

Quizá, además del colgante o de los pendientes, debería comprarle un buen bolso. Pero, ¿no serádemasiado? ¿No sospechará de su mala conciencia? Expulsa de su cabeza esos pensamientos negativos. Se la llevaráotra vez al spa este fin de semana, y entre masaje y masaje la colmará de langosta y Dom Perignon. ¡Alcohol! Sí, esa palabra le recuerda que hay que renovar las existencias en su propio despacho, en donde está a punto de dar la campanada, y no precisamente como cuando la daba, a título honorífico, haciendo sonar el tolón-tolón en la Bolsa de Wall Street, y se sentía -todavía se siente, qué cojones- uno de los amos del mundo.

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