Aquí os dejo el primer párrafo de mi artículo de hoy:

Me perdonaréis lo largo del título, pero no podía resistirme al fácil juego de palabras que Nuestra Señora de la Guadaña, con sede en Castilla-La Mancha, viene pidiendo cada vez que su enérgica y pizpireta figura, que tanto pone a algunos hombres progres (las hechuras y la maldad, combinadas, son el sueño de los varones huérfanos de madrastra), asoma a la palestra, enarbolando, cual Estatua de la Esclavitud, la antorcha ciega de un nuevo atentado a las libertades. Es difícil resistirse a algo cuando la canícula aprieta, el curso finaliza sin que nada mejore, los acontecimientos son todos nefastos y algunos, peores, y nuestras reacciones democráticas continúan necesitando calcio.

Como cada jueves, el resto en eldiario.es