Hago ejercicios de extrañamiento.
Arroz de verduras en domingo, en la pequeña cocina de mi pisito, con vistas al skyline.
No lo hago por nostalgia, sino porque vivo aquí. Soy yo, en esta circunstancia.
La alcachofa de por aquí no ensucia las manos. La diminuta cebolleta –spring onion, la llaman- es muy sabrosa. El arroz salvaje: me sale mejor si lo cuezo aparte y luego lo remato salteándolo en el wok con las verduras y un buen chorro de soja baja en sodio.
He abierto una botella de vino blanco, chileno. Mujer española de edad madura que contempla Bangkok desde un piso 16, con una copa de vino blanco chileno en la mano, y se siente extranjera en todas partes.
El domingo estuve en lo de Jim Thompson, ya os subí alguna foto, en el Museo de Seda. Podéis buscarle en Google, tiene una historia curiosa. Estuvo en Vietnam, trabajó para la CIA, desapareció en el jardín de un hotel de Sureste Asiático, cuando sólo parecía ya un colonial más, éste dedicado a las sedas. Antes de cenar en el hotel, dijo a sus acompañantes que iba a dar una vuelta por el jardín. Nunca volvió.
Yo casi no llegué porque a mí y a mi amigo colombiano Bernardo Gutiérrez, el taxista, que llevaba gafas de culo de vidrio, sonrió afablemente y dijo que conocía el sitio cuando le mostré el mapa en el Iphon. Nos dejó en el quinto esguince (pero el esguince llegó después, por la tarde), y luego vinieron un par de estaciones de skytrain y una larga caminata, que toleré con entusiasmo.
Comimos en el Museo -no dejéis de hacerlo, si venís: es un restaurante buenísimo, lo mejor del complejo-, y luego, en la boutique, que es muy cara y conservadora, como si siguiera las normas estéticas de Camila Parker-Bowles, compré algunos chales. Dicen que la tienda grande, en otro barrio, es mucho mejor, pero tipo Liberty.
Esa tarde, la del domingo, después la dedicamos al centro Siam; los niños para escoger los libros que les regalo -regalar libros a los niños es lo mejor que un adulto puede hacer para sí mismo-, y comprar Chance de Chanel, que olvidé mi frasco de viajero en el avión.
Pero hubo un desnivel y sufrí un traspiés, no de Maruja, sino de cualquiera. Torcedura de tobillo por mal estado del firme. Montamos una procesión. Yo entre los dos chicos -Javier, como osado corresponsal que es- y Mónica, la Gran Estratega, como audaz reportera y no menos sagaz madre. Total, lo pasé muy bien. Acabamos cenando penne arrabiata en un italiano, cerca de mi casa.
Siguieron unos días de reposo, tres novelas de Fred Vargas, Bangkok por la ventana e incursiones de amigos trayéndome cosas. El esguince mejoró, y el viernes noche, ¡tachán!, la nuit.
Vino María, amiga española -Bernie ya se había vuelto a Camboya-, que nos citó en un japonés magnífico, uno que, además, en vez de agujeros en el suelo -lo más frecuente- tiene mesas de madera, rectangulares. Es una especie de mesón japo, con pañuelos de seda colgados con escenas de luchas entre dioses feroces, y alguna pareja de esas que tanto abundan aquí, hombre mayor occidental y jovencita thai. Él era una especie de montaña, y ella, una pulguita que se acurrucaba contra él para agradecerle el collar de fantasía que acababa de comprarle. Habría sido tierno, de no adivinar que uno de los dos perdía. Aunque quién sabe.
Si venís, pedid erizos, y el tempura de nécora.
Luego fuimos a un local de moda, a por la copa. Música muy alta y gente que disfruta mucho -sofisticados todos, muy modernos, ricos y del régimen, parece- haciéndose selfies y enseñándoselas.
El capítulo extrañamiento -ser extranjera en todas partes, ensayar aquí para serlo mejor cuando regrese a Barcelona- alcanzó sublimes cimas cuando, el sábado, envalentonada por mi experiencia de la noche anterior, salí para hacer compras. En la tabla de un garito había varios montones de diarios, y en uno, en inglés, leí la tapa que, en grandes caracteres y a muchas columnas, anunciaba el hallazgo en el río de un catalán presuntamente troceado por otro catalán.
Lo que es la vida, pensé, mientras caminaba con la ayuda de mi bastón hacia la farmacia. Lo que es la vida. Qué lejos estoy hasta de mí.
¡Me gusta ese término, extrañamiento! Y me gusta tu foto con gorrito y bañador. Precioso texto.
…Altas dosis de todo a la vez! No me extraña que te extrañes! ¡Brindo por esa libertad y altitud de miras!!! No te olvides de copiar y guardar! Que aquí esperamos tus semblanzas!
Extrañar todo y llevarlo todo dentro, ser tú en cada espacio, ese debe ser el modo de estar.
Cuídate mucho
Me emociona leerte por lo que dices, por cómo lo dices, y los recuerdos que me trae a la memoria.
Se me ocurre que no hay dos viajes iguales aunque se hagan a la misma ciudad. Tu Bangkok no es el Bangkok que yo conocí, pero se le parece (un poco). Tengo que volver.
Y fíjate que mi extrañamiento (bonito término) me lleva a hacer platos tailandeses: pat thai tengo para hoy, ¿ya lo has probado?, fideos con verduras y huevo, también condimentados con soja y curry.
Sigo tus andanzas. Disfruta.
¡Qué bueno! Marujilla el 5° esguince ? Disfruta que la extrañeza abre los sentidos.
Es genial!
Sabes viajar
Hola Maruja y asomadores
Hacia un tiempo que no entraba a tu casa ciber,¡¡que de sorpresas!!hermosas,desde la venta del piso a tu encuentro con tus amigos,me alegro de saber que Monica Y javier esten bien,de verdad me he sentido un poco mas feliz despues de haber leido las ultimas entradas.
un fuerte abrazo . antonioR
¡¡¡FIIIIIIFIÚUUUUUUUUUU!!! ¡¡¡BOMBÓOON, PASA POR LA SOOOOMBRAAAAAAAAA, QUE TE DERRRRIIITEEES!!!
(Fiiifiuuuu: silbido de admiración de los viejos y queridos tebeos. Perdonad la osadía de la explicación, lo he hecho por si alguno de los asomadores no ha leído tebeos antiguos. ?)
Y qué queréis que os diga, pues sí, echo de menos los piropos. Cuando ibas por la calle, subida en unos taconazos de aguja, pisando fuerte y de pronto te soltaban algo bonito… y entonces, a mí, de la emoción , empezaban a temblarme lah pien-nah, y empezaba a dar traspieses?… aaaiiiiins…
Pos eso, Maruja nuestra, todos los piropos bonitos para ti, por rrrrechula, por valiente, por persona honesta y consecuente con sus ideas y actos, por ser una escritora como la copa de un pino, por tu estilazo, por esas gafas que me tienen enamorá, por esa humanidad tan grande que destilas por todos los poros de ese cuerpo serrano tuyo…
Me siento privilegiadísima porque siento que estas crónicas tuyas únicas, las escribes sólo para mí.
GRAAACIAAS, BOMBÓN.
CON TODO MI CARIÑO,
Lola.
CÓMO ME GUSTARÍA VER ESOS CHALES, Y TOCARLOS, Y OLERLOS…
Soy muuuu chaletera ?
Querida Maruji:
Emosioná estoy contigo reina de mis sentrañas al verte ahí con esas gafas presiosas de soldadora de aluminios trifásicos con to la leshe que mamates qué inteligensia la tuya irte de vacasiones mientras nosotras las criaturas estamos saquí aguantando a estos capuyos que quieren investirse gobernantes y sus castas toas qué cansaita me tienen por dios y me digo no? a mi mi Maru no me engaña mi Maru está en Bankok con su hombre de primera categoría porque ese hombro iluminado que se te de vé en la foto suave como el tersiopelo shino ese hombro está tratao Maru a mi no me engañas esa sonrisa tuya esa fragansia ese gorro horroroso y esas gafas de vendedora de cupones te los pones porque te da to igual que te conosco Maru lo único que te importa en Bankok es tu hombre porque Bankok es suna siudad horrorosa no tiene la más mínima historia y to lo guisan con aseite de soja por dios además sestá yena de shinos pesaos Maru to el dia Ho chi lao Ho Chi lao por dios Maruja ¿ ya no tacuerdas cuando vivias sen tu barrio y te despertaba por la mañana aquel poeta que iba por la calle vendiendo mantillo pa las masetas y desía » mantilloooo pa las masetas, quién quiereee, niña el mantillooo¡¡» ? y luego a mediodia pasaba otro poeta pescaero Maru por dios y desía ¡¡ asedias galeras mujeree ¡¡ ahhhh Maru leshe ni Bankok ni shinos ni leshe Maru qué bien te veo en Bankok por dios con tanto shino low cost por dios.
Qué gusto leerte desde ese extrañamiento maravilloso, me alucina la vitalidad que tienes la versatilidad, la alegría, curiosa manera de ser extrajera, hacer nido, me encantó el mágico relato y mágico hecho de la venta de tu piso estas historias que parecen fantásticas y a veces son reales me reconcilian con el género humano e incluso animal, (así Tonino no se tiene que adaptar, aunque seguro era tan abierto como tú) y muy muy de acuerdo con Neus. Tu te lo mereces toooooooo, guapaaa , el arroz buenísmo!!!!
¿Y por las noches qué harás?
http://youtu.be/zDKdq9lrEh4
¡Qué gozada leerte! es un lujo que nos permitas acompañarte.
A mí me gusta sentirme extranjera, ver todo desde fuera, no preocuparme por el qué dirán, ni por aparentar con nadie… disfruta…
Tienes que cuidar esos huesitos, acuérdate que has estado haciendo ejercicio todo este tiempo para fortalecerlos,
Besososososos…
Irse al Bangkok ese, para tropezar con un catalan troceado y torcerse el tobillo, perdiendote la movida que tenemos por aqui y bastoneando por allá , no es de recibo. Ya se te extraña, ya.