Estafas
Aquí tenéis el inicio de mi artículo de hoy:
Es éste un tiempo de falacias. Conviene caminar con pies ligeros para huir de ellas, con objeto de que no nos aplasten. Como losas han caído en los últimos días sobre nosotros dos falsificaciones suculentas que, apresurándose, han tratado de taponar el paso a la realidad que amenazaba con mantenernos los ojos abiertos. De un lado, la conversión de las exequias de Adolfo Suárez en un espejo de condolencias lastimeras, en cuyo reflejo intentaron recomponer su imagen los mismos que, en vida, le empujaron al olvido. De otro, la criminalización –previa jibarización, a cargo de los medios oficiales, que cada día son más– de la manifestación multitudinaria que inundó Madrid marchando, con su dignidad a cuestas, desde la España desangrada.