Faltan bisturíes y sobran tiritas
Aquí tenéis el primer párrafo de mi atrtículo de hoy:
Me pregunto por qué me produce tanta grima, en estos tiempos, esa cena inocente y navideña en la que sus señorías y los periodistas que cubren información parlamentaria comparten manteles, y los primeros reciben ocurrentes premios –que agradecen con no menos simpáticas réplicas–, instituidos por los segundos, en un ambiente distendido y natural. Nunca me había despertado urticaria estética –por lo menos– una celebración que pretende fomentar el buen rollito entre unos y otros, ser ejemplarizante y a lo Obama contando chistes para washingtonianos en la Casa Blanca ¿O se debe, precisamente, a esto último, a que no soporto que confraternicen? De qué demonios de buen rollo hablamos considerando, a), que la mayoría de los políticos que deberían representarnos nos están asfixiando; y b), que los periodistas –que nos representan en el mismo grado e, idealmente, para incomodidad de los poderes públicos– nunca han tropezado con más dificultades para realizar decentemente su trabajo.
Podéis leerlo entero, como cada jueves, en eldiario.es.