Huele a mierda

En el apartado «Propósitos del blog» queda indicado que aquí se admitirá la palabra soez sólo cuando lo requiera el guión. Bien, me parece que el que han escrito los inescrupulosos países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU precisa de una respuesta bien precisa. Mierda. Mierda para esos políticos serviles, esa gentuza que, con el deber cumplido al gusto de sus amos, se reune luego en los mejores restaurantes de Manhattan cercanos a la sede de Naciones Unidas. Mierda para los lamentos y para las quejas, y para las peticiones de «una investigación independiente»… ¿Independiente? Los dependientes piden independencia. Reflexionemos. La propia ONU (su Comisión de Derechos Humanos, qué guasa) encargó una investigación independiente sobre el asedio y masacre de Gaza perpetrado por Israel en diciembre de 2008 y enero de 2009. Richard Goldstone, jurista surafricano y judío practicante, encabezó la investigación. Cuando presentó sus resultados, el Gobierno israelí se puso a marear los tirabuzones. ¿Por qué? El buen hombre había llegado a la conclusión de que Israel y Hamas, ambos dos, habían cometido «crímenes de guerra», pero que era el Estado hebreo el que se llevaba la palma (1.380 palestinos, de ellos 330 niños y cientos de civiles, contra 13 muertos israelíes). Pero bastó que el Gobierno hebreo dictaminara que Goldstone no era «un buen judío» para que el Consejo de Seguridad -una vez más, tantas como haga falta- salvara a Israel de toda investigación y castigo consiguientes. Miembros de Naciones Unidas, líderes de la Unión Europea: mierda.

El llamado premio Nobel de la Paz, como es natural, templa gaitas. Mierda.

¿Y qué hace Zapatero? Lamentarse y llamar al embajador de Israel -ese escritor obsesivo de misivas agraviadas- para invitarle a un té, o lo que fuera. «Oche, que merechco una echplicachión». Mierda.

Sí sabemos qué hizo el partido gobernante en el último otoño: hacer pasar en el Congreso, con la ayuda de la derecha, la ley por la que se limitó la jurisdicción universal penal. Esta vergonzosa actuación de un partido y un Gobierno que se dicen progresistas no tuvo otra razón que la de proteger a sus socios internacionales. Casualmente, Zapatero viajó poco después a Israel, en donde fue recibido con honores y reconocimiento -no era para menos-, y se propuso a sí mismo -este hombre tiene verdaderamente sed de mesianismo- como «baluarte en defensa de la paz». Glups.

Es decir, mierda. Cinco meses más tarde, doña Carme Chacón, ministra de Defensa, firmó con su homólogo israelí, Ehud Barak, un acuerdo para «impulsar la cooperación militar bilateral entre España e Israel«. Mucha más mierda, pues todo el mundo sabe que Israel se arma para matar palestinos y, si es necesario, árabes. Lo que nadie sabía es que no le importa tampoco matar a cualquiera de cualquier otra nacionalidad o etnia, incluida la judía, si decide designarlo como enemigo.

Es mucho el hedor que desprenden los hechos: la actuación de un Estado Matón y el miedo de sus contemporáneos a ponerlo en su sitio, a impedir que siga corriendo la sangre palestina y la otra, a detener el bloqueo de Gaza y empezar el que realmente importa, el de Israel. Quizá por eso, anoche, después de la manifestación, entré en una floristería y me traje a casa una gavilla de lavanda. Para hundir las narices en su perfume, pero sin cerrar los ojos. Los ojos siempre abiertos, mierda.