Y añado (por Mel Gibson)

A mí me gusta Wagner. Que también le gustara a Hitler no me impide reconocer que Tristán e Isolda es grandiosa. Sin embargo, no me gusta que el Liceo de Barcelona, en su época, se declarara wagneriano, en vez de verdiano. Aparte de un esnobismo lo encuentro elitista y pelín xenófobo.

Y aunque Mel Gibson es un deshecho neocristiano, en El año que vivimos peligrosamente estaba para comérselo.

Las contradicciones nos hacen más interesantes y menos intensos.