Como suele decir, y no acepta «que ningún extranjero me diga lo que tengo que hacer». Así de contundente se pone don Mariano Rajoy, el hombre nombrado a dedo por su jefe para sucederle. Y tiene razón: él sólo acepta obedecer a José María Aznar. Lo que ocurre es que a veces lo hace también a través del «extranjero». Y es cuando su jefe destila veneno contra España en los medios de comunicación de otros países, o en los foros a los que asiste, o en los lugares en donde recibe su cuantiosa paga por la traición. No desautorizando al nuevo Vigía de Occidente, implícitamente le obedece. Que es lo suyo.