Hoy tengo mucho curro y no voy a poder dedicarme a esta ventana como querría. Os dejo, eso sí, una reflexión de Meryl Streep, al final de la entrevista de Rocío Ayuso que publicó ayer El País:
«La edad no hace nada más fácil. En concreto entre las mujeres, porque siempre nos juzgamos con más dureza. Puedes ver en nuestras ancianas toda la panoplia de emociones de la raza humana y en cambio una mujer mayor es el personaje menos interesante de esta cultura nuestra obsesionada con la juventud».
Que tengáis muy buen día.
Me parece acertadísima, además de sincera.
Buen día!
No sé quién decía que, a partir de los cuarenta, las mujeres nos volvemos invisibles.
Yo creo, en cualquier caso, que la cosa viene de la escasa dimensión social destinada a lo femenino que hemos heredado. Consulto con frecuencia fototecas y archivos gráficos. Son 25 años haciéndolo. Y ha habido bastante evolución: ahora sí se encuentran imágenes de mujeres en actitudes profesionales más allá de aquello del S.L. (y otras: enfermeras, cuidadoras, cocineras)… pero aún hoy sigue habiendo más imágenes de hombres en las cuestiones importantes. Sobre todo en las relacionadas con el poder.
La repercusión social del «hombre público» sigue siendo bien distinta del eco que nos deja la imagen mental de la «mujer pública». El lenguaje, entre otras cosas, no es inocente.
El lenguaje, no solo no es inocente, sino que puede ser asesino (‘Le langage meurtrier’, interesantísimo libro sobre semiología práctica): con palabras se puede defenestrar lo que sea y hacerlo desaparecer de la faz del interés social.
La reflexión de la señora Streep es interesantísima porque saca a la luz el contraste tan enfermante con una infinita ironía y, además, aplaudo que sea una mujer con una vida personal y profesional sumamente exitosa, al menos desde afuera, y con una palabra que puede acarrear peso e influir en otras mujeres. Vivimos en una civilización que cada vez potencia más todo lo superficial: la imagen, las palabras, los sentimientos, los acontecimientos, que confunde seducción con amor y que confunde poder ser seducido solo con lo que se ve. Que ama la vulgaridad y la ordinariez, y que la fomenta más y más porque, como es mayoritaria, sirve para mantener a las mayorías convencidas de sí mismas.