Aquí tenéis el primer párrafo de mi artículo de hoy:

Cinco escaños, atuendos informales, una insolente juventud, y ya están los sospechosos habituales de los partidos de costumbre poniendo el grito en el cielo, al tiempo que los medios de comunicación afines, es decir, los que se dedican a muñir las tetas del sistema, sea en su versión política o en la bancaria y empresarial, o en todas a la vez, sacan sus vocablos de producción masiva para confundir al personal. «Ingobernable» (la situación, si esto sigue así), «radicales» (metiendo en el mismo saco a todos los que les sobran para su prudente proyecto de hipnosis nacional, mezclando a lepeneros con izquierdistas); y, también, frikis. Echo en falta algo sabrosón procedente de Ana Botella, pero si no lo regurgita antes de que este apunte se publique, podemos recurrir a su inagotable fondo de armario. Su famosa comparación del sentir de la calle con la Revolución Francesa -que guarda en el estante de los sombreros para cabezas cortadas- nos viene ahora y, nunca mejor dicho, al pelo.

 El resto, en el diario.es, como cada jueves