Éste es uno de los párrafos de mi artículo de hoy:

Si hace años escribí que, al entrar en la sede del PSOE -eran los tiempos de la segunda legislatura de González, cuando la capa empezaba a perder apresto-, sentía cómo la realidad quedaba a mis espaldas, al otro lado de la puerta, en la calle, hoy observo cómo la insoportable mayoría gobernante se comporta no ya como un boxeador sonado -un coloso con pies de barro que, porque da traspiés, fantasea con que avanza-, sino como ocupantes de una realidad paralela, que funciona y se autofagocita con la fe en su poder omnímodo como único combustible. Esta gente, a fuerza de condecorar vírgenes, han llegado a creerse milagrosos, y que no les vemos.

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