Aquñi tenéis el inicio de mi artículo de hoy

Si el asunto se desarrolla tal como prevén los hacendosos hacedores de la segunda parte de Los Borbones son forever, se presume para las próximas semanas una proliferación de caídas en coma diabético por parte de la indefensa población más sensible a los merengues. Hasta a las declaraciones de una de las exnovias de don Felipe El Preparado ha recurrido algún medio de comunicación del Régimen instaurado por la Transición (o viceversa), y se esperan para los días que vienen nuevos y enriquecedores aportes, quizá del papa Francisco y hasta de Walt Disney, que también está hibernado.

Pero, calma, ¿he escrito más arriba «indefensa población»? No nos precipitemos. Desde Urdangarin, sobre todo -mucho más que por lo de Corinna y los elefantes-, la gran masa adicta a los cuentos de hadas, que se reunía, en las bodas, a las puertas de las catedrales para gritarles sentidos «¡Guapas!» a las infantas y a doña Letizia, ha sufrido un baño de realismo que le ha hecho crecer las uñas. Por poner un ejemplo, no me extrañaría que, entre los ciudadanos que abuchearon a la infanta Cristina en la Rampa de los Suspiros de Palma de Mallorca, se hallaran muchos de quienes la habían aclamado a su paso hacia el pantalán del Club Náutico, cuando no se tenía idea de sus desmanes.

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